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—Gracias por prestármelo. Ya no tengo tanto frío...
 
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Zareen · 26-30, F
Pese a haber tomado cierta distancia para solicitar a Rosé una bebida, no apartaba su mirada de ella, seguía cada movimiento de aquellos que le rodeaban e interactuaban con ella. Un par de minutos después se acercó a ella, extendiendo una copa de licor que personalmente probó antes de entregárselo. — Buenas noches...— saludo a los presentes inclinando ligeramente su cabeza y retrocedió dando espacio a Rosé para continuar con sus asuntos. Por su lado algunas personas se acercaban a saludar, otras pasaban a su lado dando una palmada a su hombro y aún así, no quitaba su vista de ella.
Era difícil no actuar como lo hacía cuando estaban a solas, más cuando se daba cuenta de que su guardaespaldas no pasaba desapercibida para las mujeres de la fiesta, aunque así era más fácil mantener una actitud estoica, ya después le reclamaría por ser tan "apuesto". —Algo ligero. Gracias.— Respondió secamente, y como se esperaría de su trato hacia un trabajador, ni siquiera la miró, simplemente se adelantó hacia un grupo de personas, saludó con júbilo a un conocido e incluso permitió que besara su mano.
Zareen · 26-30, F
Tomó su saco y en un ágil movimiento se lo volvió a poner, siguiendo los pasos de la joven hasta el centro del bullicio. Las voces, las personas que dirigían las miradas, debía cuidar de ella, asegurarse que ninguno de esos invitados quisiera hacerle algo. — Aparentemente todo está en orden mi señora. ¿Quiere un trago? — tuvo que inclinarse un poco hacia el frente para decir esto a su oído, sabía que Rosé no se preocuparía por mirarla. En el fondo debía aceptar que disfrutaba ese juego, la aventura y el riesgo a qué en sus escapes alguien las descubriera.
Asintió, se quitó el saco de encima de los hombros y se lo devolvió, su expresión corporal cambió radicalmente, convirtiéndose en el porte de una dama elegante. —Vamos.— Ni siquiera miró a Zareen al pasar a su lado, sus pasos gráciles resonaron por el solitario balcón. Metros más adelante estaba la fiesta y a medida que se acercaban, el bullicio se hacía más y más audible. Fue desagradable sentir tan sadurados sus agudizados sentidos.
Zareen · 26-30, F
La miró fijamente, de una forma intensa que Rosé comprendía bien, suspiró muy profundamente llevando sus dos manos hacia su espalda entrelazandolas y nuevamente aquella postura llena de seriedad volvió a ella. — Muy bien mi señora, ¿La acompaño? — se hizo hacia un lado moviendo su diestra invitándola a avanzar primero que ella.
Acomodó el saco sobre sus hombros y se abrazó a si misma, agachando la mirada. —No había pensado en eso.— Mordió ligeramente su labio inferior. —Regresaré a la fiesta entonces... no puedo ausentarme por mucho tiempo, tienes razón en que inventarán cualquier chisme.— Aunque por alguna razón, los escándalos acerca de ella, al final del día se desmentían tan rápido como aparecían.
Zareen · 26-30, F
Pensaran que estás enferma o peor, embarazada o algo así. — Rodó la mirada, el tan solo imaginarlo le causaba un vuelco en el estómago, ese bueno para nada no merecía un hijo de esa hermosa mujer. — No podemos usar demasiado esa excusa...— cruzó sus brazos y miró en diferentes direcciones, por su las dudas. — Ya habrá tiempo de estar a solas. ¿No?
Suspira. El dejar de sentir su calor, su respiración, le causo mucho más pena de la que pensaba. —¿Finjo un desmayo otra vez?— Responde con una sonrisa cómplice.
Zareen · 26-30, F
— Es muy difícil mantenerme lejos de ti...— Gruñe por lo bajo antes de separarse con pesar.
—Zareen... no tan cerca. Alguien podría vernos...

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