Dentro del coche, sintió que su alma volvía a su cuerpo, ahí no estaba en la mira de lentes o de miradas curiosas. Exhaló un profundo suspiro y se recargó completamente en el asiento, permitiéndose la comodidad de quitarse los altos zapatos de tacón que usaba. —McDonald's.— Dijo con cierta complicidad, con la mirada fija en el espejo retrovisor. No se suponía que debía comer esa clase de cosas, pero con su esposo de viaje, nadie podía decirle qué hacer. —Y en la habitación, ya veremos.— Mordió ligeramente su labio inferior, antes de apartar la mirada.