3 am, despertó de golpe de una pesadilla, aquella ilusión que su corazón jamás pudo albergar por ser el perro del Rey. El sudor baña su cuerpo, la puta abstinencia lo tiene delirando, lo único que consume a diario son litros de suero, azúcar y fideos instantáneos. No perdió el rumbo sino sus ganas, el fierro se dobló en la penumbra del desierto que la tundra nunca pudo congelar. En medio de sus delirios recordó imágenes de hace ya tantos años, la niña de cabellos negros que le había dado una nueva conciencia le había dejado peor que a un animal con sarna, se había desligado de la situación ..
El cielo es tan inmenso cuando el pensamiento fluye a favor del recuerdo, de todo aquello que se ha invertido en los años de vida. Observa en silencio con un cigarrillo entre los dedos, las nubes son dispersas esa mañana y el sol vibrante, nunca podrá acostumbrarse a tan excesivo calor, le tiene ahogada desde que llegó, pero ni hablar, es ese su nuevo hogar.
— ¡Kaalenka! —una vocesita le llama, es Moka que va corriendo desde el interior de la casa, la madera resuena con sus pasos apresurados y las pezuñas de un husky le hacen dupla. La cría lleva en su mano un móvil, pertenece a Kaalia— Сообщение! —anuncia al llegar hasta ella al fin.
