Corrió hasta entrar al terreno, se agacho cuando cruzó la cerca ubico la zona con su memoria fotográfica, dejo afuera por donde había un bebedero de ganado el resto de sus cosas. Tenía sus navajas escondidas una pistola y los cartuchos en la chamarra pero se mantuvo ahí hasta que por fin hablo con una risa sarcástica. — Babe i’m home! —

Al reincorporarse se limpió una lagrimita que se había escurrido por su mejilla, se acomodó la gorra sin darse cuenta ya estaba más cerca de lo que esperaba.
Tenía unas ganas enfermas de descuartizar al perro, se había metido muchas veces entre ellos, era un odio irracional que había despertado por todo lo que ella represento alguna vez en su vida.
Pero su pez gordo es ella, siempre había sido ella incluso en estos momentos donde soló es tragado por el abismo que había esquivado hasta este momento.
Sacó su pistola tiro un balazo al aire al notar la granja que había visto en la pantalla del computador, era su señal de alarma, una muy pequeña parte de él todavía siente algo, lo demás solo sigue su juego.

Ni si quiera la música lo distrae de eso, su mirada ya delata la bestia dentro de él, un ruido entre la maleza llamó su atención, volteo a ver encontrándose con un cervatillo, el pobre animal salió despavorido al sentir el aura tan violenta que emana en esos momentos, vibró la chaqueta miró de reojo el móvil hasta que lo sujeto con la zurda, una tenebrosa sonrisa se formó en sus labios cuando vio el mensaje al que no dio respuesta. No era su modo pero le plació en esos momentos imaginar la paranoia de Kaalia al saber que lo tiene a la vuelta de la esquina, se dobló hacia adelante casi de placer, una excitación inimaginable que ni follar le provoca recorrió su cuerpo pudiendo expresarla con espasmos y una risa depravada que se escucha en la lejanía.

Una vestimenta muy casual le delata como citadino, pasar desapercibido es lo que menos le importa sabe que la gente de los alrededor debe ser el parche de algunos empresarios, mafiosos, etc dueños de cada cosa que sus gordas billeteras podían comprar.
Una gorra cubre su roja cabellera.
Respirar el jodido aire del campo en conjunto con el puto sol de mierda hace que su furia y mal humor regresen, gracias a las zancadas que comenzó a dar se fue acercando a ese maldito lugar más rápido. Tenía cierta desesperación por sentir el fino cuello de Kaalia entre sus manos, contar sus latidos a través del flujo de su sangre que corre bajo sus dedos con el tacto; inspiro profundamente tratando inútilmente de serenarse pero no podía, menos cuando aquellos recuerdos llenos y cargados de sexo, sudor y sangre se muestran vivos en su mente.

Hoy era vulnerable. Era risible, lo que su padre evitó con ella por años al estar lejos hoy ella lo vivía con una cría que si bien, no era suya, ya había asumido como su protegida.

Sólo esperaría el momento... Esa puerta se abriría en algún momento, sólo tendría que esperar a que él llegara hasta ella.

Sin embargo dejó las armas de fuego de lado y sólo alistó sus preciadas navajas, cuáles desplegó en el piso al abrir la funda de piel.

Así, retomó el móvil en sus manos, era temprano aún. Relamió sus labios y exhaló una vez más:

"Aquí estoy"

Texteó.

"Asumo que sabes dónde estoy, no me ocultaré. Ven de una vez, Ronan"

Envió y miró hacía la puerta cerrada, era su única barrera con el mundo. Su única defensa ¿a qué iría ésta vez Ronan? Si la última vez que le vió pensó todo habría quedado zanjado... Era impredecible, con Ronan siempre había peligro latente. Pero hoy no temía por ella, hoy el plano era diferente al tener dos vidas a su cuidado y protección.

para ella al decirle que se trataba de un juego. Debía ponerla a salvo, a ella y al perro.

Hoy estaban solas, no sabía si lamentarlo o agradecerlo, pues en medio de todo jamás se perdonaría si Andi resultara herido por su propio pasado, ese que se negaba a desaparecer.
La factura iba llegando con lentitud, los nervios le abordaron con prisa y corrió a buscar enseguida bajo el sillón de la estancia, de ahí sacó una caja larga, la abrió y al abrirla las armas se exhibieron ante sus ojos— ... —observó el repertorio, acarició una de las armas ¿que tan necesario sería? Cerró los ojos, tragó aire y dejó de temblar al sentir el frío bajo sus dedos. El frío siempre le aterrizaba, siempre le relajaba. Porque en el frío de las armas encontraba todo para lo que fue entrenada, y que hoy parecía lejano, en reposo.

Pero hoy... Tendría que salir a flote de ser necesario.

— Dame. —tomó el móvil enseguida, sosteniendo el cigarrillo entre los labios por instantes. El mensaje no es de ningún contacto registrado, eso no le extraña, es una vieja costumbre adquirida en la organización, nunca registra contactos, todo lo reserva a la memoria. Pero hay algo que le descoloca de lleno: El idioma.

Siente como el alma se le va del cuerpo, está pálida de pronto y todo el calor azotando en el pueblo no es suficiente para hacerla volver. Siente frío corriendo en su espina dorsal, sabe quién es sin tener que preguntar, es Ronan, no hay duda... ¿Sería necesario preguntarse si ya le había encontrado? No, era obvio, era tortuoso.

— Внутрь, заходи, давай. —dejó caer el cigarrillo, pisándolo luego para tomar a Moka de la mano y llevarla dentro de nuevo— Послушай, ты останешься в своей комнате. Ты понимаешь? Я не хочу, чтобы ты выходил по какой-то причине, это игра. —la dejó dentro de la habitación de la niña, indicándole no salir por nada, aligerando la situación par

El cielo es tan inmenso cuando el pensamiento fluye a favor del recuerdo, de todo aquello que se ha invertido en los años de vida. Observa en silencio con un cigarrillo entre los dedos, las nubes son dispersas esa mañana y el sol vibrante, nunca podrá acostumbrarse a tan excesivo calor, le tiene ahogada desde que llegó, pero ni hablar, es ese su nuevo hogar.

— ¡Kaalenka! —una vocesita le llama, es Moka que va corriendo desde el interior de la casa, la madera resuena con sus pasos apresurados y las pezuñas de un husky le hacen dupla. La cría lleva en su mano un móvil, pertenece a Kaalia— Сообщение! —anuncia al llegar hasta ella al fin.

En su encorvado andar hasta parecía envejeció varios años por el trato que le ha dado a su cuerpo en los últimos meses.
El viaje en tren fue largo, más las horas en coche. Por suerte pudo pagar todo con el dinero que gano gracias a la recomendación de Olivers.
Sin embargo la jodida granja a la que Kaalia se había ido, estaba en el culo del estado. Mientras se acercaba su mente quiso jugar un poco antes del reencuentro, sacó un móvil descatalogado que no tiene forma de ser rastreado para textearle.

[med]“Volk ty tam? “[/med]