— Oh sí... Eso he escuchado, sé que Mathias está muy complacido por tu trabajo de ésta vez. —dijo con simpleza, muy a pesar del beso que corrió por un camino peligroso, muy cerca del fuego avivándose en el tono de su voz con ese acento tan característico del irlandés, deslizándose por el lugar hasta uno de los estantes bajos, donde no dudó en tomar asiento de un salto, cual felino— Nada en particular... Me gusta verte trabajar, es todo. —le sonrió como una infante que juega una broma, aunque no estaba mintiendo, le gustaba verlo cortar parte por parte.