••Le sonrió acurrucandola en sus brazos no le agradaba verla de esa manera, siguió acariciandole por los cabellos••

No pasa nada... Aquí estoy.

-Gracias... -murmuró. Su voz estaba igual de rota que un cristal resquebrajado apunto de partirse. Los brazos de su amigo eran reconfortantes, y no tardó en quedarse dormida en el cálido abrazo de morfeo. Dormir era mejor que sufrir al fin y al cabo. Dormir era sin duda, la mejor droga contra el dolor.

••Camino hacia ella para acostarse a su lado y abrazarla en total silencio, cariciando la cabeza de ella por unos minutos••