Rin1572823

Una respuesta en referencia a cuánto ella había crecido en ese tiempo y sobre la adquisición de nuevas habilidades; sin embargo, había omitido algo importante y era relacionado a ser acompañado con ella, se mantiene en silencio analizando las opciones, por el momento iba a preferir que siguiese entrenándose como sacerdotisa. El demonio solo asiente, llevó su zurda al frente anteponiéndose sobre la menor, incluso una sombra de su brazo se proyectó sobre ella, para que finalmente apoyara su mano en una especie de caricia sobre su cabello que no duraría más que un par de segundos para volver a alejar su extremidad.

—Vendré con más frecuencia, Rin ... —

El tono serio de su voz podía ir junto a la sinceridad de sus palabras, que aunque carente de emociones, no dejaban de ser honestas, aunque en el fondo se regocijó por su bienestar y la posibilidad de que le acompañe en ese camino errante que tenía.

—Pronto... la anciana Kaede decidirá el momento. —

El céfiro que recorre cual pequeño torbellino agitaba su cabellera, casi como un ademán frecuente en él usaba su zurda para retirar algunos mechones estorbosos en su rostro, el Daiyokai solamente senti-pensó sobre el bienestar de ella, seguramente ella podría leer esas emociones calladas de su corazón, era así juramento sobre venir a por ella en un futuro no muy distante de su actual realidad.

** Le miró acercarse permaneciendo inmóvil, Sesshomaru recibió de lleno aquel abrazo propinado por la humana, mirándola al bajar un poco el rostro; correspondió muy a su manera, solamente pasó el brazo izquierdo alojando su mano en la espalda alta de la pelinegra, la expresión más cercana a demostrar un afecto de manera física, le permitió en medio de ese silencio permanecer con él, no podría negarle a Rin la posibilidad de demostrar su pensar y sentir, el daiyokai solamente guardó aquel momento en su memoria y lo atesoró en su silencio. De esta forma, pasados algunos segundos que parecían eternos retiró su mano, un desliz por su espalda a la nuca y la parte superior de su cabeza, al retirarla fue inevitable no despeinar por error algunos cabellos que se quedaron entre sus dedos.

—Creciste sana y salva. —

Un paso atrás para poder quedar frente a frente, alejándola de él algunos centímetros nada más. Vio su crecimiento desde la distancia, le permitió desarrollarse entre los de su especie y terminar de tener una infancia común y corriente en una aldea; y aunque no tuviese mucho para decirle, su mirada parecía exclamar lo impronunciable, aquel de planitos cabellos añadió, solo variando un poco la conversación.

—Espero tu estancia con los humanos haya sido grata. Volveré con más frecuencia —

No era común diálogos largos por su parte, solían viajar en silencio y generalmente sus conversaciones se daban por medio de sus pensamientos, recordó la primera oportunidad donde su katana le permitió regresarla a la vida, así como cuando su madre en el Inframundo le concibe una segunda vida. **

Rin

¿te has acostumbrado a vivir en el pueblo? ¿No te has sentido intimidada?, ¿has usado el Kimono que te regale?
Cuando estés en problemas, ansiosa, triste o lo que sea, no dudes en llamarme vendré hacia ti inmediatamente.
Aunque estemos separados, si tu pronuncias mi nombre, llegaré rápidamente hasta donde te encuentres. La distancia no es un obstáculo, nuestros corazones están unidos por el poder de la confianza, no hay nada que temer.
Basta con tener ese sentimiento, debería ser suficiente para llenar tu corazón

** Un pequeño movimiento de sus orejas al percibir las vibraciones del sonido cuando su nombre era exclamado por aquella voz en específico, en daiyokai hijo del gran perro guardián del norte no mostró reacción alguna en su rostro, pero un fulgor surge en su interior al saber de quién se trataba. Caminó apareciendo entre aquel grupo de árboles, distante como acostumbraba a estar y cuidando desde la lejanía, paso a paso emerge la altiva criatura albina, de pálido rostro con franjas a los costados y una media luna en su frente, sus ojos color miel siempre fijos mientras el mokomoko que pende de su hombro se extiende hacia atrás y mueve junto a su larga cabellera. Él como siempre vestía aquel kimono blanco con rojo y pechera tipo samurai.

Decide detenerse a un par de metros frente a ella, notó cuánto había crecido, no era más la infante que había protegido en tantas oportunidades y cuyo tamaño era semejante al de Jaken, conservaba algunos rasgos físicos pero su personalidad seguía intacta, eso debido al vínculo empático que mantiene Sesshomaru con aquellos que le seguían. Permaneció en silencio frente a la humana, alzó el rostro con levedad, su mirada siempre de reojo y con ambos brazos abajo, respondió cortante, pero no necesitaba un discurso para trasmitir lo que realmente era necesario con ella:

—Rin, creciste. Parece que la anciana sacerdotisa cumplió su palabra. —

Acotó en lo que una brisa irrumpe el silencio que había, siempre que pudo le hizo llegar obsequios traídos desde otras aldeas y cuidó de Rin desde la distancia; sin embargo,aquel día, había decidido entrar en escena y verla a sus ojos. **

—Estás bien. —