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Mors certa, hora incerta
 
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Oh, pero no te he mentido. —Debido a que pareció rechazar mi trago, esfumé en la nada la copa con el vino que le había ofrecido. —Te dije quién fui; porque a nadie le gusta saber quién soy ahora.

Tomé otro sorbo de la copa, apoyé mi mano libre en mi cintura e incliné levemente mi cuerpo en concordancia. Por mi raza, mi físico era delgado y muy alto, más que cualquier humano. Mis comisuras se enarcaron con suavidad al escucharla decir todas esas palabras. Si de verdad sabía quién era yo, ¿por qué preguntarme?

No comprendo, entonces... preguntas pero ya sabes la respuesta.
 
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