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Mors certa, hora incerta
 
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Torció la boca el sujeto era justo como lo había soñado, pero quizá no era un sueño como ya lo había catalogado quizá era una premonición.

—Debes pronunciar tu nombre para oír el mío, no me interesa lo que fuiste, sino lo que eres ahora. Yo no soy como todos los seres con los que sueles rodearte.

Volvió a enarcar una ceja sin querer mostrando un ligero brillo en sus ojos color violeta, al verlo nuevamente y notar ese cambio de postura retiro un mechón de sus cabellos de el hombro y coloco su mano diestra en la cintura.

—Lo sé y aún así debes decirlo. Sabes como funciona esto. Vamos que no tienes que aparentar nada si se trata de mi. Soy de la misma raza o especie que tú aunque haya rangos y diferensias mágicas.
Oh, pero no te he mentido. —Debido a que pareció rechazar mi trago, esfumé en la nada la copa con el vino que le había ofrecido. —Te dije quién fui; porque a nadie le gusta saber quién soy ahora.

Tomé otro sorbo de la copa, apoyé mi mano libre en mi cintura e incliné levemente mi cuerpo en concordancia. Por mi raza, mi físico era delgado y muy alto, más que cualquier humano. Mis comisuras se enarcaron con suavidad al escucharla decir todas esas palabras. Si de verdad sabía quién era yo, ¿por qué preguntarme?

No comprendo, entonces... preguntas pero ya sabes la respuesta.
Los ojos de aquel hombre jamás podrían mentirle a ella, su mirada mrofundiso en el casi leyó cada más mínima reacción de sus ojos e incluso vio aquello que el busca ocultar debajo de ese olor a alcohol e insolencia.

—Un ser de nuestra altura y gerarquia jamás debería hablar de ese modo. ¿Crees que estás hablando con una mujer cualquiera?.

Si bien aún no se había presentado el debía sentir, lo que tenía enfrente a ella no podía engañarla con las cosas comunes que le hace pensar a la gente para no dar ni esperanzas ni ayuda a nadie.

— No puedes mentirme a mi, yo se lo que esconde tu alma, yo se quien eres en verdad. A mi no me engañan tus trucos. No te diré mi nombre hasta que no pronuncie a el tuyo.
¿Que quién era yo? Incluso el más pequeño de los niños conocería mi nombre por mi pasado, que se ha visto perturbado por todas las acciones que contra mi raza he cometido. ¿Pero qué contarle a una jovenzuela que no me conocía de nada? Que no conocía las atrocidades que me llevaron a lo que soy hoy, en vida.

La cortesía es para los perros que creen en la luz... sin embargo, me presento; Su-Riak de la Casa del Arce —mentí—. Noble elfo de la Elendë.

Cogí nuevamente la botella de vino Tamika que había dejado olvidada en la superficie del suelo, y materialicé en mi otra mano dos copas de cristal. Llené ambas, y desapareciendo la botella ofrecí una de ellas a quien me acompañaba.

Dicen que ninguna buena conversación empieza sin algo de alcohol. —Tomé un delicado sorbo de la copa, sin apartar mis ojos de la femina, observando sus rasgos, analizando aquel enarcamiento de cejas. Dudaba de mí, eso seguro. —¿Y vos sóis... ? —musité risueño.
Los seres como ellos no debían vagar solos por el mundo, no esta permitido que ellos se hagan presentes sin la compañía de un invocador, solo ella era capas de viajar entre diferentes mundos o eso era lo que tenía entendido.

—Somos seres eternos, es obvio que me ata lo mismo que a ti... Pero! ¿Que o quien eres tú?

*agudo la vista estudio al sujeto de arriba abajo, en arco una ceja al oler el alcohol mirar sus manos mientras deduce de quien podría tratarse.
Esa frase consiguió captar toda mi atención. Me incorporé y ladeé la cabeza, clavando mis ojos en la figura femenina levitante de la que procedían aquellas palabras. No me había equivocado: era una maga; una chica joven, de aspecto humano. Fuera quien fuese, estaba allí porque sabía o que era un nigromante y, por lo tanto, su única razón para intentar acercarse silenciosamente. O por mi condición de Kin-Shannay, que me volvía en la única persona con la que ella podría tener comunicación.

¿Existencia? Hm.. Eso es lo único que me ata a este mundo. ¿Pero a ti?

Si tocaba el tema de existencia y se refería a "este lugar", entonces era problema que se tratara de una muchacha muerta, un fantasma ¿O un Kai? Pero.... ¿A quién se le ocurriría asignarle una Kai a un nigromante sin remedio como yo? Seguramente fuera algún alma perdida. Seguramente estaba confundida. O yo había bebido demasiado.
Aun no salía de aquel estado entre sorpresa combinada con extrañeza cuando aquel sonido resonó por todo el sintió, sin embargo eso no era algo que le sorprendiera solo le devolvió los pies a la tierra, con sumo respeto posó sus pies sobre el suelo, presentándose en cuerpo y forma frente al ser aun aúna distancia prudente sin invadir su espacio dado a su experiencia sabía muy bien como manejar una situación de este tipo.

—Tú tampoco deberías existir en este lugar.

*Estaba muy segura de que aquel ser pertenece a un sueño, no podía ser posible que tuviera un cuerpo físico *
Reinaba en el ambiente un silencio extraño, un silencio a medias. Un silencio de esos que solo rompen los sonidos de la naturaleza, pero a los que mi oído puramente élfico estaba acostumbrado desde el momento de mi nacimiento. Por eso, cuando escuché un sonido distinto a lo que esperaba escuchar, no tardé más de un segundo en identificar su procedencia.

Era una humana, sí, pero no procedía de este mundo.

Tú no deberías estar aquí —dije en voz alta, sin molestarme en buscar la fuente del ruido.
Al pasar por aquel sitio, sintió un recuerdo que le llegó de golpe tuvo que parpadear un par de veces tratando de aclarar la vista para cerciorarse de no estar de nuevo en un sueño, pues aquel hombre había aparecido en estos en incontables ocasiones *

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