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Lejos de molestarse por ese golpe de tierra Daemon comenzó a reír. Sí, se merecía eso y más, y le encantaba que fuese ella quien se lo diese.

Primero fue a limpiarse los ojos con su diestra, hasta poder tener una visión clara y no perderse de esa sonrisa y su despedida, para luego cambiar la mirada a ese libro.

Sí, merecía la pena leerlo. Ya sin necesitar colocarlo a la altura anterior lo abrazó contra su costado y se marchó hacia el sentido opuesto, directo a su habitación.

Tenía algo qué solucionar consigo mismo antes; apaciguar su calor.
RhaenyraTargaryen · 18-21, F
(...)

Así se apaga el fuego, "tío" —dijo con cinismo mientras se ponía de pie. Su vestido había quedado hecho un desastre; por mucho que lo sacudiera, la tierra estaba bien impregnada en el celeste de las telas. Y Daemon también andaría marcado por todo el castillo o a donde fuese. Eso le dio satisfacción a la princesa quien, al pasar por su lado no se detuvo—. Cuídalo. La historia que te conté no terminó ahí, la continuación te gustará —aseguró antes de asentir como despedida, mostrándole una sonrisa media antes de dirigirse hacia su siguiente lección.
RhaenyraTargaryen · 18-21, F
Desde ahora ambos tenían una deuda con el otro. Así fuera algo tan simple como un libro... o un beso, habían generado otro vínculo, otro motivo para buscar un buen momento para estar a solas. En eso pensaba mientras se levantaba y ambos se miraban, aunque toda la emoción de la princesa se disipó con aquél empujón que la dejó en el suelo. Todo pasó muy rápido, incluso le miró entre extrañada y altanera antes de ponerse en pie. ¿Por qué mierda hizo eso? Acto seguido le vio ponerse de pie y sostener firmemente el libro contra su vientre. Y en su inocencia se preguntó si en verdad lo leería.

Pero esa sonrisa burlona la hizo gruñir y cuando estuvo por levantarse se dio cuenta de dónde había caído, así que se llenó un puño de tierra y, sin pensarlo mucho se lo arrojó a su tío, restándole importancia a haber ensuciado también la cubierta del libro en el acto.

(...)
Tomó de forma inocente el gran libro y se puso de pie con él, sosteniéndolo frente a su cuerpo en caso de necesitar cierta discreción en su bajo vientre. Desde allí la miró, luego se encogió de hombros con una sonrisa burlona.

— De igual forma me lo llevaré. Te lo devolveré pronto. —
Todo giraba en torno a un juego, o al menos así lo pensó, hasta que escuchó su nombre brotar de sus labios, exigente.

"Daemon", dijo. No tío, ni otra cosa, su nombre. Atendió su llamado con un nuevo toque en su mirada, la cual estaba llena de sorpresa y curiosidad, que fue en aumento apenas vió cómo ella se acercaba.

¿Sería ella consciente de cómo le encantó que lo llamara por su nombre? El corazón le latió acelerado, tan fuerte que temió ella lo escuchara, y juró que de pasar un segundo más otra parte de su cuerpo reaccionaría con más entusiasmo del que podría mostrar.

Ella quiso levantarse, y después de su toque él la empujó hacia el frente, directo al suelo.
RhaenyraTargaryen · 18-21, F
(...)

Ya para ese momento su naricilla respingona rozaba con la ajena y aún podía contemplar la mirada retadora de su tío que, para él aquello seguramente sería menos que un juego.

Se inclinó otro poco hasta que sus labios rozaron con los suyos, y ahí encontró calor y suavidad, tentándose a mover la cabeza lentamente de un lado a otro sólo para tantearlo y disfrutar de las sutiles fricciones. Y no alcanzó ni a entreabrir los labios cuando separó el rostro del suyo y, con una mirada cómplice anunció que estaba por ponerse de pie. Ni siquiera reparó en el momento en que Alicent desapareció por donde llegó; le había dejado de importar.
RhaenyraTargaryen · 18-21, F
(...)

¿No es un deseo poco ambicioso para un dragón? —continuó, incrédula pero a la vez fascinada con él, como siempre. Suspiró y volvió a inclinar el rostro hacia el ajeno—. Pero si es lo que quieres... —debía estar ardiendo la sangre de la castaña, podía sentirlo desde donde estaba, la conocía tan bien para saber cuando respiraba agitada, tan sólo por la manera en que frunció las cejas, torció los labios y empezó a maltratarse las manos tan nerviosamente. La princesa estaba al tanto de que su compañera siempre tuvo cierta fijación por su tío, pero a diferencia de Rhaenyra, ella no tenía sangre valyria, no tenía en realidad ningún vínculo con el mayor. Y además de que un beso era tan sólo un poco de lo que más anhelaba de Daemon, en ese momento también quería desquitarse con Alicent, aunque fuese en una pequeña porción.

(...)
RhaenyraTargaryen · 18-21, F
En todo momento siguió la mirada de su tío, incluso cuando se posó en Alicent, cuyo compromiso ya se había anunciado formalmente y todo el Reino estaba en vísperas de la boda del Rey. Desde ese momento, su compañera siempre se andaba con cuidado para no disparar la ira de Rhaenyra. A veces se preguntaba si ese sentimiento de traición algún día la abandonaría, odiaba sentirlo, odiaba despertar cada mañana con la sensación de abandono, de desplazamiento.

Daemon —lo nombró, demandando su atención de vuelta, aunque disimulara el verdadero motivo, pues la sonrisa de astucia no se borraba de sus labios. Menos cuando escuchó su petición, cosa que le hizo arquear una ceja—. ¿Un beso es lo que quieres? —inquirió en valyrio, a sabiendas de que Alicent podía escuchar todo desde el punto donde se encontraba.

(...)
Notó que su atención se había desviado a un lado, después miró de reojo a la pequeña Alicent. Por segundos sostuvo su mirada, pero después eligió retornar su atención a Rhaenyra, antes de reflejar en su rostro su más puro sentimiento sobre Alicent: Lástima.

La compadecía ante todo por cómo su padre la había educado, y por el ciclo tan predecible que tendría que vivir para complacerlo. Temía que atraparan a su sobrina en un bucle similar, y por ese hecho sintió momentáneamente odio hacia su hermano.

¿Desde cuándo los dragones pasaron de feroces batallas a clases de salón? Una pena, sin duda. Pero al menos él quería mantenerse inmune a ello, y quizás podría despertar en Rhaenyra la conciencia de su potencial.

— Quiero un beso. — Comentó casual. Y sin especificar el tipo o el lugar, evaluó su reacción.
RhaenyraTargaryen · 18-21, F
(...) cuando con una mano recogió un liso mechón de cabellos platinados de su amado tío y pacientemente lo peinó detrás de la oreja a la que se acercó a susurrar–: Háblame de esa recompensa, ¿cómo puedo pagarla? Te escucho.

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