Una gota cayó encima del naipe que estaba a punto de mostrarle, miró hacía arriba y varios nubarrones se formaron en el cielo dando comienzo a una temprana lluvia. Ya le extrañaba que todo marche tan bien, pero claro, tiene que existir algo que arruine su grato momento con este chico. Suspiró. No teniendo muchas opciones cómo el caballero que se cree que es, guió a Ash hacía lo que parece ser el fino establecimiento dónde sirven buenas bebidas. A pesar de que no tuvieron que caminar tanto, Gambito utilizó el largo de su chaqueta para proteger a su conquista de las pocas y nulas gotas de agua que cayeron. Una vez dentro, pudo estar seguro de volver a sonreír con galanura y tomarle de la mano para llevarlo a una agradable mesa al lado de un ventanal.
—Espero que eso no te haya molestado en lo absoluto petit. Pero creo que sería un crimen dejar que unas gotas te mojen y arruinen tu cabello—
