-Se frota las sienes al levantarse del sofá. Ya no está en Amegakure pero ese lugar actual le parece acogedor. Hay buena comida y de vez en vez los aldeanos la saludan como si fuera parte de ahí, tal vez debería haber empezado a conocer el mundo desde los ojos de una niña, recorriendo la vida, en lugar de encerrarse en su interior.-
-Disipa su existencia al sentir peligro en su alrededor, lo peor de todo es que esa presencia es familiar, tal vez ¿un enviado de la lluvia? No sabía que imaginar, por lo cual antes de recibir cualquier ataque recarga su espalda contra un árbol, y en jutsu de papel activado las hojas que constituyen su blancura ahora se mimetizan de color del tallo reseco de ese roble, para ocultarse.-
Se oculto tras un árbol y expresó su molestia porque ella se fue a una aldea de extraños y ya no práctica el combate o las artes que tanto les costaron aprender.
-No se entera del seguimiento, ni del espionaje por lo cual sigue haciendo su vida, y sus trayectos con toda normalidad, ah, pero algo desentonaba en el ambiente ¿que era? Su corazón remeció como si se tratara de un condenado presentimiento.-
El se encontraba recorriendo ese sector, no estaba tan lejos de su país pero andaba buscando la posta a los traidores de Amegakure y le sorprendió más lo que vio a esa mujer salir de una edificación.
