I'm the darkness... I'm a necromancer...
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TsukiLune · F
R. Out:: Nuevamente me disculpo con usted. Abandoné por un tiempo la cuenta que poseo y por ende deje pendiente los comentarios. Espero disculpe mi tardanza y podamos aún reanudar lo pendiente.
R. M. On::
¿Piezas asiáticas? ¡Oh! Si… las piezas.
-Comentó al depositar con suma delicadeza su palma sobre la fina mano del caballero, su dorso dibujo una sutil curva en el saludo. Su lóbrega mirada se mantuvo en contacto con los gélidos iris platinos. Un misterioso brillo destello en sus ojos, ahora lo sabía, el contacto físico lo confirmó, aquel varonil aristócrata no era del todo un humano, había en él algo perteneciente al abismo. Los rosáceos labios de la dama dibujaron un atractivo arco y nuevamente permitió que su angelical voz volara libre.-
Tsukishima Tsuki… Es un placer conocerle Giou-san.
Estoy consciente de que las piezas asiáticas que menciona están aquí tal vez sólo como decoración para engalanar la exposición de las Piezas Egipcias. Sin embargo, no es el motivo de mi viaje. En realidad tenía muchos deseos de conocerle, dichos deseos ya eran incontenibles ¿Sabe?.
-Inclinaría un poco su rostro permitiendo el tintineo suave de los cascabeles que adornaban su cabellera. Sus pestañas abaniquearon rítmicamente, mutando el notable arco de sus labios por uno tan fino que se hizo casi invisible.-
Sé que la exposición dará comienzo en breves minutos. Sin embargo, me encantaría que me permitiera unos segundos de su valioso tiempo… En privado, si no le es molesto.
-Estaba consciente del momento, sabía que ahora se encontraban en total privacidad, las galerías del museo se encontraban desiertas, los únicos profanando el vacio eran ella y su escolta que permanecía como tigre agazapado, inmóvil, silencioso, vigilante, esperando el momento de reaccionar si debía. La intención de sus palabras quedaba clara entonces, deseaba que el atractivo caballero la guiará a un punto donde el dialogo pudiese darse de forma más cómoda y placentera.-
R. M. On::
¿Piezas asiáticas? ¡Oh! Si… las piezas.
-Comentó al depositar con suma delicadeza su palma sobre la fina mano del caballero, su dorso dibujo una sutil curva en el saludo. Su lóbrega mirada se mantuvo en contacto con los gélidos iris platinos. Un misterioso brillo destello en sus ojos, ahora lo sabía, el contacto físico lo confirmó, aquel varonil aristócrata no era del todo un humano, había en él algo perteneciente al abismo. Los rosáceos labios de la dama dibujaron un atractivo arco y nuevamente permitió que su angelical voz volara libre.-
Tsukishima Tsuki… Es un placer conocerle Giou-san.
Estoy consciente de que las piezas asiáticas que menciona están aquí tal vez sólo como decoración para engalanar la exposición de las Piezas Egipcias. Sin embargo, no es el motivo de mi viaje. En realidad tenía muchos deseos de conocerle, dichos deseos ya eran incontenibles ¿Sabe?.
-Inclinaría un poco su rostro permitiendo el tintineo suave de los cascabeles que adornaban su cabellera. Sus pestañas abaniquearon rítmicamente, mutando el notable arco de sus labios por uno tan fino que se hizo casi invisible.-
Sé que la exposición dará comienzo en breves minutos. Sin embargo, me encantaría que me permitiera unos segundos de su valioso tiempo… En privado, si no le es molesto.
-Estaba consciente del momento, sabía que ahora se encontraban en total privacidad, las galerías del museo se encontraban desiertas, los únicos profanando el vacio eran ella y su escolta que permanecía como tigre agazapado, inmóvil, silencioso, vigilante, esperando el momento de reaccionar si debía. La intención de sus palabras quedaba clara entonces, deseaba que el atractivo caballero la guiará a un punto donde el dialogo pudiese darse de forma más cómoda y placentera.-