[i]** Zozobra innata y paciencia absoluta, tal vez sentimientos muy difíciles de definir en un corazón tan solemne como el del propio heleno. Hacia varias lunas que la tranquilidad de sus sueños habría mermado... ¿preocupación?... ¡¡No!! dentro de aquellos eventos existe un punto invisible que representa en su totalidad toda la raíz de aquellos sentimientos y la causa real de esas nubes en su cabeza. La noche silente y clara avanza en sencilla calma, es así que esta se presta para que sus pasos estridentes a causa del firme golpe metálico de su calzado le lleven en un recorrido fidedigno que no le aleja de sus obligaciones como Gold Saint; las horas pasan y la bella gema nocturna se eleva altiva hasta alcanzar un perfecto cenit, consiguiendo de aquella manera bañar por completo cada recoveco de las robustas estructuras cerca a los aposentos de su Diosa, rescatando una costumbre muy natural para alguien como él. Visitar los amplios jardines de rosas venenosas que custodian el camino desde el doceavo templo hasta las escalinatas del sagrado lugar, simplemente es algo de lo que solo él puede ser digno... — mis bellas rosas... — musitó en un sereno tono para sí mismo, mientras una de sus manos se extiende para acariciar muchas de las bellas corolas carmesí que se alzan vigorosas y perfumadas por sobre todo el sendero de filosas y áridas rocas.
Ataviado por su hermosa presea dorada, la número doce entre las trece constelaciones eclípticas que rodean al sol y representan la más alta jerarquía de guerreros entre los que ocupan las filas del santuario. El caballero de Piscis uno de los más silenciosos y desconocidos, quizás por su costumbre de mantenerse en total aislamiento, aunque para él eso no representa un problema ya que desde pequeño aceptó al completo su formación y se preparó para el destino que su maestro preparaba. Por unos segundos un leve recuerdo se hizo presente en sus pensamientos alterando por completo su calma, una acción que lo que lo lleva a entornar levemente sus enigmáticos ojos en un parpadeo que borra casi de inmediato sacudiendo su cabeza en más de una ocasión. — Athena... Dime ¿cuál es el significado de estas visiones? — negando un poco inclina su postura en señal de respeto delante de la maravillosa estructura frente a él. Un templo edificado con detalles divinos solo para servir como resguardo a una presencia tan pura y digna como lo es la bella dama gobernante del santuario.
— ¿Como es posible que a pesar de nuestros esfuerzos... siempre es usted quien se ve obligada a mediar para cuidar algo tan grande como lo es la voluntad y la paz en esta tierra? — baja aún más el enfoque de su mirada sintiéndose muy apenado por sus palabras; luego de fallar en una sus últimas misiones algo mucho más afilado que el propio orgullo, apuñala cada día más y más su tranquilidad natural. En ningún momento esperó siquiera una respuesta en lo absoluto, mas sin embargo el cosmos cálido que se dispersa sobre aquellas grandes construcciones es capaz de curar hasta el alma más lastimada, confirmando para él solo un detalle, ella siempre escucha cada palabra y jamás se queda de brazos cruzados, y eso le concede algo más que un motivo para afrontar cualquier peligro solo para evitar el sufrimiento de aquellos a quienes protege y ama. — ... Señorita, es momento de volver a custodiar el Templo de Piscis, todo en este sitio parece estar en orden y creo que no es necesaria mi presencia... con su permiso me retiro... — colocando su diestra sobre la cobertura pectoral de su armadura, muestra su cordialidad antes de ponerse en pie y darse media vuelta, en dirección de su jardín carmesí. Una presencia ajena a cualquiera de las conocidas en el santuario, se puede percibir a lo lejos en la entrada al templo de Piscis. Ese hecho claramente atrae por completo su atención y le obliga a afinar sus sentidos, la esencia de su cosmos pronto se hace presente y la majestuosa estela dorada inicia su crecimiento en un resonar sereno y magnífico que rápidamente despierta a todas y cada una de sus mortales gemas carmín. No le tomó mucho llegar hasta el interior de su recinto y rápidamente se tomó la libertad de avanzar hasta el amplio pabellón, pronunciando con voz segura y así reafirmando su presencia en el sitio — ¡¡¡No permitiré ese tipo de actitudes en esta casa de Piscis!!!... — acercandose a paso lento desde el interior del templo irradiado en el brillo estelar de su armadura, define lo que claramente es un "Súrplice de Hades" postrado sobre las escalinatas ; hecho que le deja con más dudas, pues para un ser como el presente, cruzar las casas del zodiaco a pie era casi una misión imposible. — Dime algo ¿como lograste llegar hasta aquí? Dudo mucho que hayas derrotado a los guardianes de las casas anteriores
