Bah.

-Se da vuelta para meterse tras el mostrador y entonces hurgar en la caja registradora, hurta lo necesario para un whisky y la deja abierta antes de dirigirse a la salida, dejando el local con la puerta abierta.-

-Hablando de fenómenos, ¿De qué cloaca ha salido este tipo? Primero quiere pagar, luego vino, y ahora quiere beber mientras el aroma a formol le sube hasta la frente amenazando con una jaqueca.-

Bueno, que bueno que esperas sentado. Ya quisiera ver de donde los sacas.

-Sabrá más del negocio polvoriento que ella, a saber. Se encoge en hombros y apura el paso con bufanda al hombro, su trabajo estaba hecho, si era veloz todavía alcanzaría a escuchar algunas canciones viejas antes de dormitar en el somier.-

Cierras al salir.

Hm. ¿Escenas? Debes tener fenómenos por clientes.

-Sigue mirándola a los ojos, pero no por mucho, ya que pierde el interés de repente, pero lo recobra nuevamente al oír lo del pago, bueno, sólo una palabra.-

¿Vino? Me vendría bien un trago.

-No entendió a qué se refería con "vinilo", así que sólo lo asoció. Miró a ambos lados en busca de un asiento, pero finalmente eligió el mostrador para acomodarse.-

A veces los clientes quieren decorar las escenas con flores luego de que son limpiadas. Es raro.

-Pero ella no es nadie para cuestionar los motivos de la clientela, solo limpia, quita sangre y viseras y con un mínimo de lavandina, le devuelve una mirada cansada al tiempo que sacude sus manos disipando fantasmas de flores muertas.-

Y aquí estoy. Pero bien puedo aceptar el dinero, me apetece un vinilo nuevo.

Significa que son gratis.

-Tom las flores con rudeza, más ni un pétalo ni una hoja se desprende de la planta reseca. Más se mantiene próximo a ella, con sus ojos rojos determinados en mirar los ajenos.-

Ahora que lo pienso. ¿Qué haces aquí?

-Ravna siempre parece tener pinta de muerta, resultado de obsesivas rutinas, cuestionables horarios y círculos viciosos.

Si que se toma su tiempo para tomar las flores, le da miedo que se conviertan en polvo entre sus manos, sostiene casi como si ardiera el tallo reseco de un insulso aunque bien conservado ramito.-

No es mi tienda. Yo que sé.

Ahora tú pareces tener la cara muerta.

-Luego de decir eso, la sigue hasta la trastienda, pero sólo asoma la cabeza por un instante, luego regresaría donde estaba a esperar las flores con la billetera en mano.-

Sea cual sea el precio, hazme un descuento. Estoy quebrado.

¿Será?

-Le mira en silencio, segundos largos que saborea como si de verdad pudiese predecir quién va a vivir más o menos.-

Ya...

-Y como si nada va a la trastienda, es donde tienen la denominada naturaleza muerta, flores eternas... Muerta al fin.-

Planeo vivir más que tú. Ahora, dame las flores.

Si es que queden preservadas no muertas como tu cara.

Esas pueden ser, propias de un funeral ¿planeas morir? Creo que planificado es meno costoso.