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Entre flores de colores.
 
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¿Cómo... Un bardo? En mi opinión los barcos riman, me alegra que no rimes, luego de un rato es molesto.

-Confundida se queda, no tiene alergia al polen, es un mero ejemplo. Ahora no sabe si se le cruzaron los cables entre el cuento y el presente.-

Ah no, tengo gripe. Pero ya estoy mejor, ya no siento que me quiero morir, en mi situación eso es bastante.

-De buena gana le acepta el pañuelo para cubrirse torpemente la nariz, solo un momento.-
qixote · M
Soltó una pequeña risa al escucharla preguntar eso y claro, se le olvidó que no todas las personas pueden darse el lujo de contemplar así a una flor.

—Digamos que soy un cuentacuentos.—Cerró sus ojos y fue cerrando su chaqueta poco a poco, no siente el frió, pero debe fingir—. Perdón por eso, no creí que fuera alergica.

Sacó un pañuelo de su bolsillo para acercarselo a ella, su cabeza se alzaba ligeramente para observarla y perderse en sus ojos plateados.
-Los tontos no se enferman, dicen por ahí, así que... Tan tonta no es, ni siquiera recuerda cuál es la lógica de la frase ¿o es al revés? Y no, ni siquiera sabe a que momento llegó, estaba tan en paz disfrutando su tarde libre, enfundada con una voluminosa bufanda que la arropaba del fresco, ahí donde hunde la cara de cansada expresión, nada distinta a su semblante regular, curiosamente.-

¿Por? ¿De dónde sacas esos cuentos? Es demasiado raro, además, creo que debió preguntarle si no es alérgica al polen, quizá por eso no tenía flores.

-Ahogó un estornudo que le hizo dar un saltito, a pesar de las preguntas propias, cree que es una historia bonita.-

Al menos no fueron rosas, eso sería... Trilladito,
qixote · M
Una cara conocida después de tanto vagar por el mar de la eternidad, se había detenido para ver las flores que lo llenan de muchas memorias que le traen cierta paz. Ella quizás ni lo notó y terminó acercandole un girasol, le va a contar una historia.

—Hace mucho tiempo, un hombre se enamoró de una malvada bruja y era incapaz de demostrarselo con sus palabras pues él había vivido entre guerras y dolor.—Sus ojos dorados brillaban con suavidad, acariciando los petalos de la radiante flor—. Y él como un acto de amor puro, de su obsesión por ello, llenó el gris jardín de la bruja con girasoles que buscaban decirle "Te miro".—

Cerró sus ojos y sonrió con nostalgia, besando con cuidado otro girasol en su mano dejando un brillo dorado en este que poco a poco fue absorbido. Un eterno amor vivía dentro de esa flor, nunca moriría a menos que él lo quisiera.

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