{Out: Gracias por aceptar 💐Espero llevar una amistad y una historia divertida! ¿Gustas iniciar un rol? }
SW-User
-La huida de Sideburns y Patchy, los hermanos Stabbington, no le había sido demasiado fácil al experimentado ladrón bajo el alias de Flynn Rider. Había logrado generar un lazo con los antes mencionados, realizando varios robos en el reino de Corona con el trabajo en equipo de los tres juntos. Un día decidieron llevar a cabo un robo mucho más grande que todos los anteriores, lo planearon con semanas de antelación, ya que de ser descubiertos y atrapados solo les esperaría la soga. Todo fue de acuerdo a lo planeado, con el pequeño detalle de que los hermanos desconocían que Flynn tenía su propio plan añadido. La corona de la princesa ahora era suya, logrando mantenerla a salvo en el interior de su alforja a toda costa a pesar de todos quienes buscaron impedírselo por el camino. Desde niño había soñado con ser un hombre valiente e impresionante pero sobre todo rico, y el dinero que obtendría de vender esa corona de seguro le garantizaría el cumplirlo al fin. Habría entrado a cualquier recoveco con el fin de lograr que sus perseguidores lo perdieran de vista, y así lo hizo al atravesar las plantas trepadoras que escondían una pequeña cueva. Atravesar esta le llevó a un lugar en el que nunca imaginó acabar, el paisaje parecía de cuento de hadas, pero sobre todo impactaba la inmensa torre que se extendía al final-
Woah...
-El ladrón no tenía palabras, pero el relinchar de su perseguidor al otro lado de la cueva lo hizo reaccionar, no podía dejar que terminara oliendo su ubicación. Avanzó presto hacia esa torre, y cuanto más se acercaba más detalles podía notar, vislumbrando una silueta femenina que estaba sentada en la única ventana de la edificación. ¿De verdad alguien vivía allí como si nada? Echó un último vistazo, asegurándose de que no había forma alguna de subir o, al menos, no a simple vista. Después, miró hacia atrás, algo inseguro de que el molesto caballo hubiera terminado siendo el perdedor de su lucha de dos. Suspiró, solo le quedaba una cosa por hacer, pues no podía arriesgarse a comenzar a escalar la torre sin más y asustar a aquella mujer que fácilmente podría verlo. Sirviéndose de su mano zurda para dirigir de forma más exacta su voz, la alzó y agregó-
¡Hey, rubita! ¿No crees que tienes una casa un poco extraña? ¡Creo que te vendrían bien unos consejos!
