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DEs1577962 · F
—Aún no lo entiendes, Ragnar —Musitó la mujer que observaba desde su posición, la sangre que recorría las púas que habían protegido a la Emperatriz dragón del ataque del guardián. Las puntas, lentamente, una a una, fueron desencajándose de la carne de Ragnar, dejando enormes y profundas heridas en su cuerpo.
La última de las estacas, clavada en el vientre del varón, bajó el cuerpo de su víctima moribunda en el suelo, a merced de Gisli, que acercó los pasos hacia a él para mirarlo. Solo se acuclilló, cual si de pronto hubiese tenido piedad de él y sonrió, sin la malicia ni el rencor que le guardaba, sólo lástima por la necedad de quien fuese en antaño, alguien importante en su vida.
—Quizás, en otra vida, querido, las cosas hubiesen sido diferente. Por ahora, dejaré que mueras aquí, lentamente, y estas ramas, serán tu sepulcro. No te preocupes, no te lloraré, ya lo hice mucho tiempo antes. Ahora, descansa, querido. Que la corrupción se acabe contigo. —
La última de las estacas, clavada en el vientre del varón, bajó el cuerpo de su víctima moribunda en el suelo, a merced de Gisli, que acercó los pasos hacia a él para mirarlo. Solo se acuclilló, cual si de pronto hubiese tenido piedad de él y sonrió, sin la malicia ni el rencor que le guardaba, sólo lástima por la necedad de quien fuese en antaño, alguien importante en su vida.
—Quizás, en otra vida, querido, las cosas hubiesen sido diferente. Por ahora, dejaré que mueras aquí, lentamente, y estas ramas, serán tu sepulcro. No te preocupes, no te lloraré, ya lo hice mucho tiempo antes. Ahora, descansa, querido. Que la corrupción se acabe contigo. —
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