los que pensaba que nada podía ir mal. Recostada sobre sus almohadas, escuchó a la perfección como la puerta se abrió e hizo un intento sobrehumano por quedarse calmada, aguantando la ola de ira inexplicable que aquella simple acción había desencadenado en ella. Alzó su vista, teniendo frente a ella a un Gar petrificado, incómodo, completamente mudo. Era común que describieran su mirada como carente de emoción, pero en ese momento, se podía notar a la perfección las ganas de asesinarlo.

— ¿Qué se te perdió? —Susurró, con la vista aún afilada sobre él, omitiendo cualquier apodo cariñoso que pudieran tener entre ellos.