[code]Las dulces palabras de Ominis no trajeron el consuelo que Ravenna tanto pedía pues, a pesar de exonerarla de cualquier culpa, algo en su mente le decía que si hubiese dado una vuelta distinta, si hubiese tomado una decisión diferente, si hubiese dicho una palabra nueva... Tal vez no estaría en esa posición y las pérdidas se hubieran minimizado.

El hubiera era el peor de los verdugos y el desconocimiento la soga al cuello de aquellos que no podían dejar de pensar. Se asfixiaba al ahorcarse a sí misma con ese elemento, ya que era ella y solo ella la que había decidido saltar motivada por la culpa. Y ahora no lograba alcanzar el banquillo para evitar perder el aire, sus pies estaban suspendidos. Su vida, cual péndulo, se movía de un lado a otro sin rumbo fijo.[/code]