Tras llevar varias semanas fuera del reino, la princesa Romine había conseguido pasar desapercibida entre los pueblos aledaños al mismo. Llevando una capucha por encima, la cual la alcanzaba a cubrir de pies a cabeza, merodeando así de un lado a otro, en compañía de uno de los corceles que había tomado durante su huida del palacio.
Fue en ese entonces, cuando Romine decidió dirigirse a un pequeño y recóndito pueblo, donde se rumoreaba la existencia de un libro de magia antigua, conocido como “Tomo de Claridad de Pensamiento”. (…)
Por ello, al no recibir el tratamiento habitual, causo desconcierto en Julia, que solo veía como los pueblerinos pasaban de ella como si fuese una presencia fantasmagórica entre ellos. Pasaba la mano frente a ellos... los seguía a su paso... hacía malabares con pequeñas bolas de fuego y aún así no recibía mirada alguna... ni siquiera parecía haber niños ruidosos que ese tipo de acciones solía atraer.
La idea de que algo funesto estuviese sobre el pueblo le pasó por la cabeza, por lo que pensó que lo mejor sería retirarse y reportarlo al gremio de aventureros más cercano... cuando de pronto se encontró con un figura de su estatura encapuchada mirándole directamente
