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R1581860 · M
—Angie, ¿qué...?
Ni siquiera pudo detenerla: verla actuar así fue tan inesperado como desconcertante, haciéndolo paralizarse en su sitio. Claro que Angie se le antojaba una mujer sumamente hermosa, quizá hasta sospechando que ella misma no era consciente de su atractivo; pero había aún algo de remordimiento y conciencia en él, por más que aparentara lo contrario, y gracias a ello no podría aprovecharse de lo que claramente era un dolor profundo en el pecho de la joven. Podía verlo en los ojos de Angie, en esa manera tan aparentemente calma de expresarse, pero que lo decía todo; él mismo se sentía así en tantas ocasiones, llenando el hueco con sexo, trabajo y, en contadas ocasiones, alcohol.
—Claro que no eres una mujer... «Cualquiera». —Dijo, haciendo una pausa en su intento de encontrar una palabra mejor; pero falló estrepitosamente. —Eres importante para mí.
Y entonces, hizo algo tan natural, pero extraño en él, el hombre sin sentimientos: la abrazó.
Ni siquiera pudo detenerla: verla actuar así fue tan inesperado como desconcertante, haciéndolo paralizarse en su sitio. Claro que Angie se le antojaba una mujer sumamente hermosa, quizá hasta sospechando que ella misma no era consciente de su atractivo; pero había aún algo de remordimiento y conciencia en él, por más que aparentara lo contrario, y gracias a ello no podría aprovecharse de lo que claramente era un dolor profundo en el pecho de la joven. Podía verlo en los ojos de Angie, en esa manera tan aparentemente calma de expresarse, pero que lo decía todo; él mismo se sentía así en tantas ocasiones, llenando el hueco con sexo, trabajo y, en contadas ocasiones, alcohol.
—Claro que no eres una mujer... «Cualquiera». —Dijo, haciendo una pausa en su intento de encontrar una palabra mejor; pero falló estrepitosamente. —Eres importante para mí.
Y entonces, hizo algo tan natural, pero extraño en él, el hombre sin sentimientos: la abrazó.
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