« Back to Album · Next »
 
Newest First | Oldest First
R1581860 · M
El retumbar de su pecho, silenciándolo todo; fuera de su propia voz, llena de rabia y dolor.

—¡MIERDA!

Y después, el romper del cristal, el sangrar de su puño; una herida que no se haría ver por nadie más, que tendría que cicatrizar por su cuenta.

Tal y como su pecho debería, pero jamás podría.
R1581860 · M
Ni siquiera pudo negarse. Supo al momento que había hecho lo correcto, pero había sido la decisión equivocada. Se maldijo a sí mismo, al hecho de que aún quedaran en él los restos de esa debilidad llamada «corazón»; la que, más que nunca, deseó arrancarse del pecho y arrojar lejos...

Tal y como había sentido antes, en algún lugar de su pasado enterrado bajo las noches sórdidas, las muertes sin sentido y el sarcasmo perpetuo de alguien que no sabía ser sincero sin lastimar.

La dejó ir, sin poder hacer más que verla alejarse; sabía que el dolor de Angie ahora era su culpa, que no sería más que uno de tantos que la habían llevado a ahogarse en medicamentos para poder sobrevivir. La puerta sonó con un eco ominoso, terminante; como una profecía cumplida por fin, que terminara definitivamente con toda esperanza de que Richard pudiese tener una sola relación sana, sin segundas intenciones.

—Mierda.

Una palabra entre dientes que resonó en el silencio de la habitación.

—Mierda.
Fue extraño para ella. Demasiado. Sus palabras le dolieron horriblemente, y solo le corroboraron algo que tenía la sensación de que era lo que quería borrar: realmente no era siquiera deseable. Bajó la mirada, con el rostro neutro, pero los ojos humedecidos, tanto que su visión se volvió borrosa. No lo tocó. Se limitó a apartar sus brazos de ella, cuidadosamente, y se inclinó para tomar las prendas que se había retirado.

—Es mejor que cuides esas heridas de la espalda. —Dijo, en un tono suave, como era usual en ella. Lo único discordante en su rostro gentil, neutro, eran las lágrimas que le corrían por las mejillas, incluso empapando la blusa que se había colocado encima. —Sé que no vas a hacerme caso, así que te veo en unos días para volver a hacer una curación. —Le sonrió, alzando suavemente los hombros. —Tengo que volver al trabajo.

Se dio media vuelta, tal cual estaba, en dirección a su departamento donde consultaba de noche.
R1581860 · M
La envolvió en sus brazos, acunándola en su pecho; delicado, sí, pero firme, cual si intentase protegerla de alguna amenaza invisible. Así también pudo evitar que ella lo viese a los ojos; los que hablaban de una tristeza profunda, una que nadie, ni siquiera él, sospecharía que es capaz de sentir.

—No puedo ayudarte a llenarlo, lo siento... —Sonó genuinamente acongojado, comenzando a acariciar la nuca de Angie mientras hablaba. —Pero puedo quedarme contigo mientras encontramos una solución. No sé si sea suficiente, pero... Aquí estoy.
R1581860 · M
—Angie, ¿qué...?

Ni siquiera pudo detenerla: verla actuar así fue tan inesperado como desconcertante, haciéndolo paralizarse en su sitio. Claro que Angie se le antojaba una mujer sumamente hermosa, quizá hasta sospechando que ella misma no era consciente de su atractivo; pero había aún algo de remordimiento y conciencia en él, por más que aparentara lo contrario, y gracias a ello no podría aprovecharse de lo que claramente era un dolor profundo en el pecho de la joven. Podía verlo en los ojos de Angie, en esa manera tan aparentemente calma de expresarse, pero que lo decía todo; él mismo se sentía así en tantas ocasiones, llenando el hueco con sexo, trabajo y, en contadas ocasiones, alcohol.

—Claro que no eres una mujer... «Cualquiera». —Dijo, haciendo una pausa en su intento de encontrar una palabra mejor; pero falló estrepitosamente. —Eres importante para mí.

Y entonces, hizo algo tan natural, pero extraño en él, el hombre sin sentimientos: la abrazó.
—Tampoco sé lo que pasé. —Frunció delicadamente el ceño. —Tengo una sensación, de no ser importante. O que no es importante. Quizá fue de abandono, o traición. No lo sé. —Encogió un poco los hombros desnudos. —Tengo una sensación de vacío. Quizá... solo deba llenarlo.
Había alzado los hombros, comenzando a quitarse la chaqueta de mezclilla que tenía encima, así como la blusa, que retiró con torpeza al quedarle un poco justa; le fue bastante fácil hacerlo, a diferencia de como ella era normalmente, ya que había suprimido químicamente sus emociones para poder descansar... ¿de qué tenía que descansar? Se quedó solamente con el vestido negro de tirante que llevaba puesto, y se llevó las manos a la cintura.

—Listo. No es igual, pero la blusa no es lo suficientemente larga como para cubrirme abajo. —Cerró los ojos un momento. Sintió que debía avergonzarse, pero no fue relevante. Los medicamentos estaban funcionando bien. —No quiero verme tan rara ante tí, se supone que soy una mujer cualquiera, para tí, para todos.

La frase en sí le dejó un poco consternada. ¿Era eso lo que quería olvidar? ¿Que no era una persona común? O que no era importante. ¿Para quién? [...]
R1581860 · M
Ahogó una brevísima risita, antes de añadir: —Además... Cualquier otra chica me habría besado en un lugar distinto. Probablemente más allá de la cintura. Aquí la rara eres tú.

Pero ni siquiera con las pullas habituales pudo disimular la preocupación; la que aún nublaba sus ojos cuando, tras alzar la mirada, buscó la ajena, intentando encontrar las señales de la medicación.

—Y... No sé por lo que hayas pasado, pero... Debió ser muy grave. Lo siento.
R1581860 · M
Ese es el problema, pensó, que no eres cualquier otra chica. Pero se guardó de decirlo en voz alta, a sabiendas de que expresarlo solo complicaría más la situación; peor aún cuando lo que sentía por Angie era algo tan difícil de explicar.

Richard tenía la costumbre de no establecer lazos: era lo más sencillo para una profesión donde podía amanecer con el corazón a metros de su cuerpo un día cualquiera. Pero, más allá de eso, tampoco podía comprometerse emocionalmente con nadie, fuese por comodidad o precaución; de modo que cualquier apego solía convertirse en algo fraternal, más parecido al amor de hermanos que a lo erótico. Por ello, sin importar cuán atractiva fuese Angie, jamás haría un movimiento con ella; y también esa fue la razón de que no pudiese responder al punto, viéndose incapaz de decir algo ingenioso, sin tener que desnudar tanto el corazón.

—Cualquier otra chica me avisaría —respondió —, o al menos estaría igual de desnuda que yo.
—No seas exagerado. —Dijo, en un tono casi maternal, mientras acomodaba incluso el cuello de la camisa con los dedos. —Estoy bien... es así como me has conocido, como la mayoría de las personas me han conocido. Es un secreto que no muchos saben. Ahora lo sabes tu. —Le palmeó suavemente los hombros. —De otra manera yo no sería tan productiva, y solamente me ahogaría en mis propias emociones, en mis traumas del pasado.

Le sonrió nuevamente, con suma naturalidad.

—Ya no vuelvo a darte esos sustos, realmente te pones extraño si lo hago yo. —Dijo, refiriéndose al beso. —No creí que fuera tan relevante, pensé que me veías como cualquier otra chica que se te acerca.

Add a comment...
 
Send Comment