—Definitivamente, no. No tengo razones para molestarme, menos si te has tomado un momento para venir a hacerme compañía. Al contrario; me parece que hasta lograrías arrancarme una sonrisa.

—Es una suerte que esta "gatita" no se muera tan fácilmente, puede saciar su curiosidad una y otra vez aún pese al riesgo... Pero no será hoy ¿Verdad, padre?—

—La curiosidad mató al gato. O a la gatita. Creo que estamos bien sin que me enoje, pero quizá te toque alguna vez.

—Admito que me encantaría verte verdaderamente enojado... Sería todo un espectáculo—

—«Casi». Pero hablando de ti, no lo creería ni aunque me hicieras enojar de verdad.

—Que mirada tan fiera, casi da miedo~—