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—𝑻𝒉𝒆 𝒎𝒐𝒐𝒏𝒍𝒊𝒈𝒉𝒕 𝒊𝒔 𝒔𝒐 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍. 𝑵𝒐𝒕 𝒋𝒖𝒔𝒕 𝒕𝒐𝒏𝒊𝒈𝒉𝒕.
 
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R1581860 · M
—Descuida. En la mañana podrás intentar matarme de nuevo, y prometo que no meteré las manos. —Dio una nueva calada al cigarrillo, antes de continuar. —Fingiré que no te seduje y te traje aquí para disfrutar de ti.

Había mucho más que eso detrás, por supuesto. Las marcas en su cuerpo, el sabor de Ciara en sus labios —el que el tabaco no podía encubrir, mucho menos hacerle olvidar—, y los jadeos que aún resonaban en sus oídos, le hablaban de una entrega tan caótica como desesperada, mutua, buscada en conjunto; pero Richard pareció no tener empacho en volver a su fachada de hedonismo, de donjuán sin escrúpulos capaz de llevarse a la cama a la hermana menor de su pareja fallecida.

Era lo que mejor sabía hacer, después de todo.
R1581860 · M
Tras dar un paso atrás, agitó la cajetilla y tomó uno de los pitillos con los labios, por el filtro, encendiéndolo un segundo después. Esperó a que la brasa ardiese: necesitaba con urgencia sentir el humo llenándole los pulmones, llevándose un trocito más de una vida que continuaba a regañadientes, el que lanzó al aire al levantar el rostro y suspirar. El aroma acre del tabaco lo llenó, lo distrajo un poco de la culpa que lo carcomía por dentro, aún más desde el encuentro al que Ciara se refería; y fue por ella, por quitarle siquiera un poco de la enorme carga que ambos se habían echado encima, que trató con todas sus fuerzas de mostrar su talante habitual y avivar ese odio que ella aún parecía profesarle.

Lo prefería a la decepción. A que ella viviese con la conciencia atormentada.
R1581860 · M
Más precavido que la joven, Richard había salido a la intemperie con camiseta y una chaqueta que había recogido del lío de ropas que ambos habían dejado en el suelo tras un intempestivo encuentro que culminó en el lecho; el que quedó atrás, revuelto y teñido del aroma de ambos, merced a que ninguno de los dos podía conciliar el sueño, al parecer.

—Mal asunto. Te saldrán arrugas prematuras.

A pesar de que hablaba claramente en broma, hubo algo de solemne en su tono que contrastó en grado sumo con su talante naturalmente desenfadado. Estar con Ciara lo hacía comportarse de manera harto distinta, y sabía bien las razones para ello: sentía que tenía una deuda enorme con ella al tener la sangre de la hermana mayor de la chica en sus manos.

Manos que retiraron la chaqueta y la colocaron sobre los hombros ajenos para cubrirla un poco del inclemente clima de la madrugada; uno que ameritaba un cigarrillo, mismo que recordó buscar en el bolsillo interior de la prenda.
C1580170 · F
Ciara se preguntó si su hermana habría visto el mismo paisaje desde el mismo punto del terreno. Si la estaría viendo a ella en ese momento... Ella no era muy religiosa, pero esperaba que no. ¿Qué clase de hermana se acostaba con el ex de su hermana muerta? Ella. Las malas hermanas. Las sin vergüenza.

—No puede suceder de nuevo —murmuró, más para sí misma que para él—. Esto debe acabar aquí.
C1580170 · F
La respuesta que escuchó no le causó ningún placer, pese a haber pasado gran parte de los últimos años añorando el sufrimiento de Richard como si fuese su meta de vida. Tal vez era por la culpa que empezaba a arremolinarse en su vientre, ese que él se había encargado de encender hasta que su cuerpo ardiese.

—Tampoco suelo dormir —respondió con sequedad y se abrazó a sí misma para ceñir a su silueta la fina tela de la sábana que la cubría. El clima afuera era muy distinto al calor que adentro habían vivido.
R1581860 · M
Aun podía sentir el ardor del cuerpo de Ciara retorciéndose bajo el suyo en una exquisita agonía conjunta. Todavía recordaba hasta el último lunar que había besado en frenesí. Y, aún así, Richard parecía ensimismado, alejado de ella y del mundo, en algún lugar tan lejano como la paz y felicidad que antaño pudo acariciar, en la piel de ese amor que yacía seis pies bajo tierra.

—Deberías dormir. —Dijo, mostrándose muy distinto a como la mayoría del mundo lo conocía: sencillo, directo, parco. Sincero. —A menos que quieras burlarte un poco más de mí.
R1581860 · M
El talento de Ciara para poner el dedo justo en la llaga era algo que hasta él tenía que admirar. Muy atrás, en los albores de su historia, había quedado el jovenzuelo entusiasmado por la vida que ella conoció; y en su lugar estaba el hombre agotado, disuelto en una melancolía disfrazada de hedonismo que la llegada de la joven no había logrado sino acentuar. Pero no podía culparla: ambos habían perdido lo más preciado en el mundo para ellos, y ni siquiera el consuelo que ambos buscaban entre las sábanas borraría esa cruel verdad.

—Sí. —Donde normalmente habría una pulla o algún sarcasmo, solo hubo amargura; una acentuada por el intento de sonrisa que dibujo al voltear hacia Ciara y mirarla a los ojos. —Te encantará saber que dormir es un lujo para mí.
C1580170 · F
—No esperaba encontrarte aquí a estas horas, pero supongo que la culpa que cargas es tan grande que no te permite dormir, ¿no? —mordaz, como sólo ella misma, salió de la casa al haberse encontrado una cama vacía. ¿Cómo podía ser tan grosera si hasta hacía unas horas le estaba regalando su desnudez? No lo sabía, y era una pregunta que prefería no hacerse. La cuestión de odiarlo se acrecentaba con la culpa compartida tras sus encuentros nocturnos.

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