— Pensé en todo momento que esto iba a ser un castigo inusual. (¿?) —
𝐒e estremecía y arqueaba la espalda con facilidad, dejando su risilla filtrarse por cada caricia. Si que había creado cierta expectación en la rubia, miro de reojo como manipulaba la mermelada sin poder aguantar el spoiler. Aunque ahora en vez de sorprendida quedo confundida por el uso de la mermelada y para cuando fui a contestas, un par señoras devotas interrumpieron al entrar en la catedral. Parada en seco de los 4 presentes actuales durante unos segundos hasta la mas joven alzarse.
— Yo creo que...Ejem...Esta ocupado. —
𝐄l tono de voz mas la situación fue suficiente para hacer retroceder a las feligresas con un gesto de pavor divino al marcar la crucifixión con la mano y volver a quedar a solas.
— Por donde íbamos...¡Ah si! Yo creo que debería empezar a castigar ya, que sino voy a entrar en bucle. (¿?) —

—Mhm. Aunque si de «castigos inusuales» se trata, podríamos hacer otras cosas...

Había detenido su dedo justo al final de la columna, antes de ir más allá: bajándolo con tal lentitud como si quisiera crear expectativa en la rubia. Pero antes de agacharse para recobrar el tarro, viró la mano, apoyando la totalidad de su palma en la piel ajena para deshacer el camino; esta vez acariciando con descaro, y hasta llegar a la nuca ajena; lugar donde hundió los dedos antes de separarse.

Acto seguido, se inclinó para buscar la mermelada. Abrió el frasco, y tomó un poco de ésta con el índice y medio; pero, en vez de untarla en la piel de Bee, la llevó a su boca, jugando un poco al untarla en los labios, desde atrás, mientras le hablaba. –Catorce... Quizá quince. ¿Cuántas veces más quieres pecar hoy, hm?

— ¿Me preguntas a mi? Aqui tu eres la eminencia, que se yo de "castigos inusuales". (¿?) —
𝐄stremecerse levemente y apretar las comisuras cuando fue delineada, incluso se le escapo una risilla por el suave contacto. Arreglarse el pelo hacia delante y ocultar su rostro al darle completamente la espalda.
— Si crees que es castigo suficiente untarme la espalda de mermelada y darme un par de azotes "ahí abajo", suponiendo que eso sea el trasero, no diré nada. Ahí esta el tarro. —
𝐏untualizo con el rostro su bolso que estaría en el suelo para que lo tomara el mismo.

Alzó una ceja. Estaba acostumbrado a las mujeres atrevidas, pero la rubia logró sorprenderlo... Particularmente por llevar mermelada a todas partes, ¿quién hacía eso?

Pero tampoco podría quejarse; después de todo, él solito se metió en ese embrollo.

—Digamos que suelo impartir la palabra del Señor en formas inusuales. —Bromeó, antes de acercarse a la inusual jovencita para recorrerle la espalda con un dedo. —Entonces... ¿Mermelada en la espalda y azotes... Más abajo? —Dijo, incapaz de desperdiciar una oportunidad como aquella... Aunque algo le decía que las cosas no saldrían tal y como las esperaba-

𝑵i había terminado de hablar el cura y ya se había retirado la prenda superior para ofrecer su espalda.
— Oh...'¡Oh! Es una iglesia vanguardista, me gusta. Que suerte que siempre llevo un tarro de mermelada en el bolso, esto nos va a llevar ratito.
𝐋adear el rostro sorprendida. (¿?)

—No, hija mía; aquí soy yo quien administra los azotes... Y no precisamente en la espalda. Eso de la mermelada suena interesante, ven y cuéntame más. (?)

— Padre, aplíqueme penitencia para que pueda seguir pecando mas esta semana. ¿Me hago la clásica azotada en la espalda con fusta?...estoy abierta a nuevos castigos...sin tener nada en mente y poniendo dos ejemplos completamente aleatorios, con cera caliente o algo relacionado con la mermelada. (¿?) —

—Las niñas malas deben ser castigadas... Vamos por la 14. (?)

— He sido muy mala, solo hoy he pecado al menos 12 veces. 13 Ahora mismo. (¿?) —

—Eres bienvenida de confesarte conmigo cuando quieras, hija mía. (?)