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—𝐀𝐔: 𝐂𝐥𝐚𝐬𝐬𝐦𝐚𝐭𝐞𝐬?
 
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R1581860 · M
—Bueno. Pero si después me reclaman, diré que tú me obligaste. Que me sedujiste con tus encantos para ir a perder la figura en un restaurante de postres. Ay, pobre de mí. —Dramatizó, antes de empezar a caminar con la muchacha prendada del brazo.
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—Y es que tú eres toda una joyita. —Respondió, aún sin quitar la libreta de encima de Himeko, dándole un par de suaves golpecitos más antes de devolvérsela. —Son idiotas, sí; pero también eres muy arrogante.

Richard era una persona sincera y directa; y con Himeko no sería la excepción, aunque en el caso de la joven lo fuese también por molestarla un poco; pero es que siempre se habían llevado así. La chica era poco menos que una hermana para ella, quizá la única que conocía prácticamente todas sus facetas.

—Vamos por tu azúcar, entonces. ¿Crees que tengan algo con carne? Mmm, carne.

A veces podía parecer un hombre bastante simplón; pero sus altas calificaciones en la mayoría de las materias, y su amabilidad para todos aunque fuese un poco vanidoso, lo hacían una persona fácil de digerir; cosa que, por supuesto, aprovechaba a su favor, aunque con Himeko no hiciese otro tanto. Al lado de la joven, era... Simplemente era él mismo.
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— Por supuesto que después vamos a sufrir con la tarea pero necesito recargar mis reservas de azúcar antes de ello. —Sin pensar demasiado, tomó el brazo del chico, y tiró de él con suavidad.— No te llevaría a un lugar de solo dulces, tiene su buena dosis de comidas calorías de las que te gustan. No entiendo como mantienes la forma.

Si todas supieran que el galán no era tan galán como aparentaba, seguro se llevarían una decepción, pero estaba más que feliz de saber que Richard no era tan perfecto como parecía. Aunque quería seguir divagando el golpe la sacó de sus pensamientos y acabó por fruncir los labios.

— No están, siguen en el laboratorio, no van a volver hasta terminar el proyecto. Además, como si no supieras que te adoran, todavía recuerdo a mi madre diciendo: "estoy tan feliz, creí que se iba a morir sin hablar con alguien aparte de su familia." No es que no quiera, es que son muy idiotas.
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—¿Nos vamos? Si te llevo a casa tarde de nuevo, tus papás van a odiarme.
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Richard desechó el comentario de Himeko con un ademán de su mano, cual si ahuyentase un insecto imaginario; y es que, si bien tenía una dosis (probablemente) saludable de vanidad, tampoco se dejaba llevar demasiado por ello; aunque ese lado suyo se mostraba más con Himeko, de la misma forma en que ella parecía cambiar al estar junto con el varón.

—Por un momento creí que realmente necesitabas ayuda. Cálculo nunca ha sido tu fuerte, ¿eh? —Tampoco el suyo, ¡detalles menores! —Pero bueno. Soy taaan generoso, que fingiré ser tu pareja y te acompañaré. Será más divertido que huir de las porristas nuevamente.

Claro que todo aquello era una exageración: ni se veia (tan) acosado por las chicas, ni le molestaba (en absoluto) tener que actuar como el novio de Himeko, así fuera por un bendito postre. Tras echarse la mochila al hombro, le quitó el cuaderno a la chica, para darle un golpecito cariñoso en la cabeza con éste, antes de anunciar:
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— La tarea. —Levantó el cuaderno con una sonrisa burlona comenzando a extenderse por su rostro. En clase podía verse como alguien introvertida, pero en definitiva no era tímida, tan solo su personalidad la mantenía oculta para aquellos que no eran cercanos a ella.

— Si te lo hubiera pedido sin pretextos, las chicas hubieran saltado a mi yugular sin pensarlo dos veces, ya me odian lo suficiente. —Negó lentamente con la cabeza, no es que buscara acaparar a Richard, tan solo se sentía cómoda en su compañía, además, estaba casi segura que él comprendía porque era tan distinta al actuar en público y en privado.

— Es broma, vi un nuevo lugar de comida y quería ir, además, tienen un descuento especial para "parejas" —Recalcó las comillas con sus dedos.— El postre se veía muy lindo.
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Richard alzó una ceja en expresión de su sorpresa; aunque su amplia, radiante sonrisa debería ser respuesta suficiente a la pregunta de Himeko, demostrando lo que realmente sentía.

—Por supuesto que no, Hime. Pero es que... Siempre puedes pedírmelo, sin pretextos.

Siempre había sido extrovertido, el alma de la fiesta; pero con Himeko parecía concentrarse más en ella, en ayudarla a salir del cascarón. De ahí que dedicase tanto tiempo no solo a acompañarla, sino a cuidar de ella; demostrando una paciencia que muchos envidiarían... Aunque quizá Himeko era el objeto de envidia, «acaparando» (sin saberlo, creía) al «chico popular» de la escuela.

—No hace falta darle tantas vueltas. Así que, dime: ¿qué quieres hacer hoy?
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— Ah... —Soltó un fuerte suspiro y se llevó la mano al pecho. Una respiración, dos respiraciones, tres respiraciones hasta que finalmente se pudo calmar.— Ya ni recordaba que estábamos solos, estúpidas clases.

Levantó la mirada, buscando el rostro del chico y sonrió ligeramente, aunque no duró mucho en tener que encogerse en el sitio por las palmaditas. Ella no era tan pequeña, él era demasiado alto.— Si necesito ayuda pero es una excusa, quería pasar un poco de tiempo contigo. ¿Está mal?
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—¿Huh? ¡No, para nada, Hime!

Un joven, entusiasta Richard contemplaba con afecto a la tímida jovencita delante suyo, un poco extrañado de verla comportarse así cuando ambos se encontraban ahí de mutuo acuerdo; incluso siendo el mismo chico quien se ofreció a ayudar a la jovencita con el problema que se traía entre manos.

—Veamos... Ya no hay nadie alrededor; sé cuánto te cuesta hablar en público. —Dijo con dulzura, antes de dar un par de palmadas cariñosas a la cabeza de la chica. —Ahora sí. ¿Me dirás qué pasa?
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— Es un poco tarde. ¿Seguro que no estás demasiado ocupado? —Su voz era suave, pero al mismo tiempo lo suficientemente audible. Miró a un lado, mientras jugaba con sus propias manos, ligeramente nerviosa.

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