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R1581860 · M
Tras aquel breve e improvisado baño, Richard clavó la mirada en Kairi: había adquirido la costumbre de aprovechar el menor descuido para admirar la silueta de la muchacha, aunque siempre fuese de forma discreta. Quizá lo hacía de esa manera porque, tras lo vivido juntos, había aprendido a verla como la guerrera hábil que era, sin que ello restara a sus encantos femeninos.

Como fuese, aprovechó que Kairi cerró los ojos para disfrutar de admirarla, así fuese por un breve momento; sin poder evitar tragar saliva al verla recorrerse la piel con loso dedos antes de secarla. La deseaba, era consciente de ello; pero no era el lugar, ni el momento.

¿O sí? No pudo evitar preguntárselo, aunque intentó empujar la cuestión hasta el fondo de sus pensamientos.

—Olvida el trago —dijo, refiriéndose a la promesa que le hizo antes —: ambos nos merecemos un maldito helado. Y una tarde perezosa bajo el aire acondicionado.
IK1577725 · F
-Tragó saliva al ver el semblante del varón cuando este se movía en busca del agua. La camisa se le pegaba a la piel como las manos de una obscena amante que buscaba acariciarlo por todas partes.

Se sonrojó ante la idea ¡Qué afortunado que el rojo podía justificarlo con el calor!

—Lo sé... lo que daría por un chapuzón en esa agua tan fresca... —Y cerró los ojos imaginando el agua fría en su cuerpo mientras se sumergía en esta. Deslizó los dedos por el cuello húmedo por el sudor y luego pasó la toalla por esta misma zona hasta la división del busto debajo del práctico leotardo.

—poder respirar el olor del musgo húmedo, el viento soplando fresco contra la cara al salir... uff... —
R1581860 · M
Parecía ajeno al espectáculo que daba, fuese por descaro o porque el calor realmente le impedía pensar con claridad. El sudor corría por su pecho, bajando a los abdominales y perdiéndose en la cintura; una sensación ciertamente incómoda para él, pero muy probablemente un regalo a la vista de Kairi.

—Carajo. —Maldijo, aunque no fuese una palabra muy propia de un sacerdote; aunque, pensándolo bien, ¿qué de él lo era? —Cómo echo de menos la fuente... Esto es una tortura.

Al menos llevaban suficiente agua consigo; por lo que no dudó en tomar una de las reservas y echársela en la cabeza, siquiera para refrescarse de manera momentánea. Su voz se cortó por un jadeo de gusto al sentir el frío recorriendo su rostro, cuello y torso; sin preocuparse por la estampa que daría, tan agobiado como se encontraba por la temperatura.
IK1577725 · F
—Hace mucho calor... —Dijo la azabache mientras se pasaba un trapo húmedo por la cara. Estaba caliente a pesar de recién haber sido exprimido. El sol estaba a lo alto y las rocas bajo las cuales estaban escondidos, no ayudaban en nada a mantenerse lejos del inclemente clima.

—No soporto más... —

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