—Idiota. — lo miro de reojo guardando silencio unos momentos, suspiro pensando que decir, arrugo los labios. Se estaba tomando su tiempo hasta que... —No siempre fui esto que ves. —

—Ni nicisiti nidi —bufó resoplando los mechones de su fleco.— ¿Por qué te pone tan mal el tema?—

—No necesito nada y menos de ti. — arrugo las cejas iba a soltarle otro golpe pero no valía la pena así que solo se cruzó de brazos evitando mirarlo.

—Lo necesitas. Solo mírate, eres un desastre: escandalosa, tosca, con mal humor todo el tiempo y haces cosas que no son propias de una chica. — cada cosa mencionada las enumeraba alzando un dedo de la mano— ¡Deja de ensuciar mi ropa!—

—Deja tus asquerosidades! — le pateo por detrás de la rodilla al sentir el frío de la saliva, este hombre solo le trae a la mente malos recuerdos. —Ni se coña vuelvo a un jodido lugar como esos. ¿Estás loco? Seguro se te atrofio el cerebro —

—Joder que eres tosca.— Dijo sereno recuperando el equilibrio, negando con fastidio.— Deberíamos meterte a una escuela de señoritas, un internado te sentara de maravilla.— Le saca la lengua y aprovecha para mojar su pulgar de saliva y embarrarle cerca de la nariz.

—Sé que vas a otro tipo de lugar a apostar. Ahí es donde entro yo, ¿Ves ? que eres pendejo.— le empuja de vuelta aunque no se mide y al estar relajada su fuerza sigue siendo igual de anormal así que le saca un poco de balance.

—No seas tonta, tú ni eres atleta. Solo apuesto a deportistas.— Rueda los ojos dándole un empujo con su hombro-

—Si vas a apostar por algo, apuesta por mi. Siempre ganarás. — le guiño el ojo acercándose a ver qué es lo que él veía también.

—Los pronósticos para hacer mis propias apuestas. ¿Quieres entrar?