— ¡Feliz cumpleaños, Cassandra! — Gritó Rapunzel a lo largo del pasillo cuando vio a Cassandra pasar por ahí. La efusiva princesa soltó los pínceles y papeles destinados a una nueva pintura y, a cambio, corrió a toda velocidad hasta prenderse de Cassandra en un cariñoso abrazo. ¡El mejor abrazo para el mejor cumpleaños de su mejor amiga!
Vale. Podía tolerar a Varian, pero ¿Eugene? ¡¿Eugene junto a Lance?! Eso sólo auguraba catástrofe. Nada bueno podría surgir de una combinación matutina que incluyera a Fitzherbert y su secuaz.
—¿Y luego? —por más que intentara en vano disfrazarlo, hubo una mancha de mal humor sobre su voz que prometía volverse por completo un manchón si su día continuaba en caída libre por ese rumbo—. ¿Quieres desayunar y luego... volver a comer y pintar? —bien, podía seguir su juego un poco más. No era exactamente lo que había planeado para su día libre, pero...— De acuerdo, Rapunzel. Si eso es lo que quieres, podemos jugar a la casita de muñecas y la hora del té, pero luego de eso, estoy fuera.
