La mirada de Rapunzel se llenó de un brillo especial que salía a relucir cuando sus emociones llegaban al máximo. ¡Cassandra había aceptado desayunar con los demás!

Inhaló profundamente, así se tranquilizaría un poco y evitaría que Cassandra saliera despavorida de sus planes.


— ¡Andando! — Pascal infló el pecho junto con Rapunzel, mientras emprendió una marcha sumamente alegre hacia el comedor.

Su mirada viajó fugazmente hacia el -para nada modesto- trozo de papiro que descansaba nuevamente plegado en manos de Rapunzel. Cassandra pudo ver fugazmente en él el diseño espiralado de su letra bordeando todo el papel, enlistando diferentes actividades que escapaban de su conocimiento, pero que comenzaba a intuir como un día de trabajo más.

No podía precisar cuánto tiempo ella había pasado planificando todo aquello, pero le estaba haciendo saber, a través de su promesa final, que no robaría demasiado del suyo... Aquellla declaración consiguió ablandar su gesto con un chispazo de culpa.


—Si no nos damos prisa, no quedará nada. He visto comer a Lance, no confío en su autocontrol —con un gesto de su mano la invitó a avanzar. A pesar de estar cediéndole la guía, el recorrido hacia el comedor era una rutina que ambas podían completar cientos de veces a ciegas.

— En realidad... esa es la primera parte del plan — ¿Por qué Cassandra hacía sonar todas esas actividades como algo molesto? Ella era muy feliz pintando al aire libre, corriendo descalza por el césped y compartiendo la hora de comida con sus amigos. ¿No era así como la amistad funcionaba?

— Yo no lo llamaría jugar a las muñecas pero... es similar. — Miró de reojo a Pascal; el camaleón apenas y alzó los hombros. — ¿Empezamos ya? Todos deben estar esperándonos en el comedor y... — Arrugó el papiro en la mano — Te prometo que no te quitaré mucho tiempo. De verdad —

Vale. Podía tolerar a Varian, pero ¿Eugene? ¡¿Eugene junto a Lance?! Eso sólo auguraba catástrofe. Nada bueno podría surgir de una combinación matutina que incluyera a Fitzherbert y su secuaz.

—¿Y luego? —por más que intentara en vano disfrazarlo, hubo una mancha de mal humor sobre su voz que prometía volverse por completo un manchón si su día continuaba en caída libre por ese rumbo—. ¿Quieres desayunar y luego... volver a comer y pintar? —bien, podía seguir su juego un poco más. No era exactamente lo que había planeado para su día libre, pero...— De acuerdo, Rapunzel. Si eso es lo que quieres, podemos jugar a la casita de muñecas y la hora del té, pero luego de eso, estoy fuera.

— ¡Así se habla, Cass! — Del morralito colgando a un costado, Rapunzel sacó un papiro que desenrolló rápidamente. No quería olvidar nada para ese día, así que llevar un apunte le fue estupendo.


— Primero tendremos un desayuno de feliz cumpleaños con Eugene, Lance y Varian. Después saldremos al jardín a pintar y comer bocadillos. — Como era usual, más que un día dedicado a Cassandra, parecía ser un día lleno de su rutina. Aún le costaba ver más allá de sus propios intereses.

—¿Pascal? ¿En serio? —una de sus cejas dio un brinco a causa de la incredulidad, que Pascal fuera su único testigo no mejoraba su percepción—. Espera, ¿qué? —Oh, no... "Que no diga lista de actividades, que no diga lista de...", y sí, fue exactamente lo que ella dijo.

No, no estaba preparada, pero no pudo hacer más que deponer cualquier comentario mordaz al notar la energía que Rapunzel desprendía; ella era como un rayo de sol en forma humana.

—Ugh... está bien, ¿cuál es el plan? —acabó por envainar su sable, olvidándose de entrenar por las siguientes, probablemente, doce horas... si conseguía acabar a tiempo con el itinerario de cumpleaños que ya podía vislumbrar.

Solo unos segundos más de abrazo de cumpleaños y... ¡ya está! La soltó suavemente, pero ése era el inicio de lo que Rapunzel había estado preparando toda la semana.

— ¡Pero, Cassandra! No podemos iniciar tu cumpleaños sin un abrazo. Y no es por presumir pero me han dicho que mis abrazos de cumpleaños son los mejores — Pascal apoyó a Rapunzel con un ligero asentir de cabecita.

— Espero que estés lista. Tengo toda una lista de actividades preparada para hoy. ¡Será un cumpleaños inolvidable! —

—¡Rapunzel, ya! —No es que no estuviese acostumbrada a aquel despliegue de afectividad desmedida, pero ese día... simplemente lo había pedido libre para poder entrenar. Casi podía sentir las miradas de otros reclutas, aspirantes a la Guardia, mofándose discretamente de ella—. Cuando dijiste que pidiera un deseo, te aseguro que ser estrangulada a media mañana por una princesa no fue exactamente lo que pedí.