— ¡Feliz cumpleaños, Cassandra! — Gritó Rapunzel a lo largo del pasillo cuando vio a Cassandra pasar por ahí. La efusiva princesa soltó los pínceles y papeles destinados a una nueva pintura y, a cambio, corrió a toda velocidad hasta prenderse de Cassandra en un cariñoso abrazo. ¡El mejor abrazo para el mejor cumpleaños de su mejor amiga!
— ¡Así se habla, Cass! — Del morralito colgando a un costado, Rapunzel sacó un papiro que desenrolló rápidamente. No quería olvidar nada para ese día, así que llevar un apunte le fue estupendo.
— Primero tendremos un desayuno de feliz cumpleaños con Eugene, Lance y Varian. Después saldremos al jardín a pintar y comer bocadillos. — Como era usual, más que un día dedicado a Cassandra, parecía ser un día lleno de su rutina. Aún le costaba ver más allá de sus propios intereses.
