Su primera visita a Terra y ya podía decirse que había pocas cosas que le desagradaran más al dragón que los habitantes de aquella dimensión. Tenía una misión simple, aunque no por eso agradable. Un dragón resguardando un tesoro, a que es inesperado, ¿verdad? El menor de su estirpe, el portador del Trueno, relegado a resguardar un estúpido puñados de joyas. O al menos aquella pintaba daba, que ya mismo se podía oler el hedor a magia negra en algunas piezas de aquella colección. No era afecto a ese tipo de situaciones, más opción no tenía, un dragón no podía hacer más que cumplir(...)
[...] a descansar o tomar algún respiro, así que luego de una semana quizá de ir a marcha forzada, con ese molesto calor que bien pudo haber matado a un humano regular, y claramente detestaba por venir de las montañas llegó con su necedad al punto que le habían indicado, manteniéndose a una distancia prudente y con un espadón y la hoz en cada una de sus manos, el enorme varón vociferó. —¡SAL DE AHÍ BESTIA SEDIENTA DE SANGRE! ¡ME HAN INFORMADO QUE HAS MATADO A INOCENTES Y LA HORA DEL JUICIO LLEGÓ! —