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Su primera visita a Terra y ya podía decirse que había pocas cosas que le desagradaran más al dragón que los habitantes de aquella dimensión. Tenía una misión simple, aunque no por eso agradable. Un dragón resguardando un tesoro, a que es inesperado, ¿verdad? El menor de su estirpe, el portador del Trueno, relegado a resguardar un estúpido puñados de joyas. O al menos aquella pintaba daba, que ya mismo se podía oler el hedor a magia negra en algunas piezas de aquella colección. No era afecto a ese tipo de situaciones, más opción no tenía, un dragón no podía hacer más que cumplir(...)
 
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[...] a descansar o tomar algún respiro, así que luego de una semana quizá de ir a marcha forzada, con ese molesto calor que bien pudo haber matado a un humano regular, y claramente detestaba por venir de las montañas llegó con su necedad al punto que le habían indicado, manteniéndose a una distancia prudente y con un espadón y la hoz en cada una de sus manos, el enorme varón vociferó.

—¡SAL DE AHÍ BESTIA SEDIENTA DE SANGRE! ¡ME HAN INFORMADO QUE HAS MATADO A INOCENTES Y LA HORA DEL JUICIO LLEGÓ! —


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[ BJORN Y JARRUS: CIUDADELA NEGRA ]
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—¡Ya te dije que no es una misión idiota! Es una oportunidad, además de que ya he cazado a todo tipo de bestias, pero nunca a un dragón. — Vociferó el enorme bárbaro hacia su hermano mientras se cruzaba de brazos, claramente testarudo, llevando ya encima su armadura completa, pues se encontraba completamente decidido a partir. Fue en ese entonces que después de mucho tiempo de tratar de convencerlo, el líder y de cabellos purpúreos y hermano mayor de Bjorn negó con suavidad suspirando. —Los dragones no son bestias, ni son fáciles de cazar, quizá si vas y aprendes la lección... entenderás un poco que no todo es blanco y negro.—

A pesar de las advertencias de su hermano aquel enorme hombre conocido como Bjorn se aventuró hacia aquellas tierras desérticas, completamente armado y con su armadura pesada y oscura como antes fue descrito. Pasaron días y noches, y pocas veces paró [..
R1569028 · M
(...) cuando la daba. Por suerte, el resguardo de dicho tesoro había sido elegido en un ambiente propio a su entorno natural; en paraje desértico en medio de la nada. Si se buscaba robarlo, primero tendrían que sobrevivir la travesía por el desierto. Allí no había muchos humanos o seres que le molestaran, le era más cómodo y sencillo pasearse en su forma natural: un dragón que pasaba los 10 metros de alto, pequeño pero rápido. Agazapado contra una roca que le cubría del sol, Rayeir observaba como las pequeñas criaturas propias de regiones como esa se discutían el si debían o no acercarse demasiado, iban y venían, nerviosas por la presencia de semejante bestia.

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