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R1569028 · M
(...) cuando la daba. Por suerte, el resguardo de dicho tesoro había sido elegido en un ambiente propio a su entorno natural; en paraje desértico en medio de la nada. Si se buscaba robarlo, primero tendrían que sobrevivir la travesía por el desierto. Allí no había muchos humanos o seres que le molestaran, le era más cómodo y sencillo pasearse en su forma natural: un dragón que pasaba los 10 metros de alto, pequeño pero rápido. Agazapado contra una roca que le cubría del sol, Rayeir observaba como las pequeñas criaturas propias de regiones como esa se discutían el si debían o no acercarse demasiado, iban y venían, nerviosas por la presencia de semejante bestia.
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