-Arqueó su ceja derecha, intrigado ya no por la falta de respeto del tercero para interrumpirlos, si no de la forma tan blanda con la que el príncipe decidió ceder. No comentó al respecto porque más urgencia tenía por quedarse solo, no obstante, en su interior le pareció hilarante e irónico que se dejara mangonear por un insulso ángel de esa forma. Y había venido a hablarle de esclavitud...-

Ivar. —Su atención se dirigió completamente al ángel quien lo separó de la discusión con Raum. Sus azules ojos estaban fijos en la mano de Ivar que sujetaba su muñeca, pero no hizo ningún movimiento para quitarlo de encima.— ¿Qué consideras lo verdaderamente importante? No hacía nada malo, Ivar. No debes ser mi niñera. Pero iré contigo.

Satanachia.
—Pronuncio el angel con voz firme acercándose al Par de hombres que discutían. Con gran frustración sujeto la muñeca del antes mencionado alejándose de la escena casi arrastrando al rubio—
Usted tiene tiempo para estupideces pero no para lo verdaderamente importante. Absténgase de hacerle una escena al hombre.

-A veces me gustaría que tuvieses menos autoestima para que fueras capaz de ver tu realidad. Pero creo que no a todos nos dan el don de la prudencia ni mucho menos la autocrítica; lástima que al no tenerla, no puedes mejorar en ningún sentido. — cerró los ojos y ladeó la cabeza para completar su gesto de resignación. Sus hombros solemnemente cubiertos por hombreras castrenses se alzaron, restando importancia al asunto — ¿Ya terminaste o tienes algo más que decirme? —

—El temple de Satanachia permaneció imperturbable, sin importarle en lo mínimo su falta de discreción al deleitarse con el aspecto de Raum. A pesar de que lo detestaba por el mero hecho de ser un esclavo de Flauros, era capaz de apreciar su impecable apariencia.— Si quisiera entrar en tu cama ya estarías gritando piedad en medio de palabras altisonantes y mi nombre. Pero no es así. Eres moderadamente atractivo pero no lo suficiente.

-Por un momento el silencio se instaló entre ambos, con Raym afrontando la mirada del presuntuoso diestro de Lucifer sin mostrarse turbado o incómodo ante la indiscreta mirada que ha largado en contra suya. Cuando correspondió dar una respuesta, lo hizo con un tono soberbio y quieto; más bien airoso — Si eso es todo lo que has venido a decirme, será mejor que te vayas. No pienso tolerar más tiempo el descaro con el que me estás gritando que te permita entrar en mi cama.—

¿Sirviente? Ahí es donde te equivocas. Soy la mano derecha de Lucifer, más no su sirviente. Algo más como... Tu jefe. —Los ojos del Gran General relucieron cuando Raum lo alejó de esa manera, una gran cantidad de recuerdos llegando a su mente. Lo escaneó de pies a cabeza, con la mirada que un científico pondría, para después negar.— Lamentable que el te controle.

-Con la misma decisión, el conde infernal impone su mano al soltar una palmada en contra de aquella que le sujeta, liberándose del agarre gracias al impacto. En su mirada refleja la desaprobación de movimiento pero también del comentario — No tenemos el mismo nivel jerárquico, Satanachia. Yo no soy sirviente de nadie, a diferencia tuya.—

—Se acercó al ajeno con paso decidido, llevando sus dedos índice y medio a la barbilla de este, para girarla hacia su dirección y analizar sus facciones una por una.— Hmmm... Si tan solo no fueras el sirviente de Flauros.