Un leve rubor tiñó el entrecejo del chico junto con sus orejas, que a penas sobresalían de su larga cabellera, así mismo, rasco la mejilla contraria a la que recibía aquel beso; aquel reiría con suavidad con dicho beso como recompensa.
- Haha wow! Gran recompensa de una mujer muy hermosa... Rayos, me siento algo apenado.
Llevo su otra mano a rascar su cabeza, alborotando aquella greña ya despeinada.
— ¿Molestarme? Claro que no. Es muy dulce de su parte los halagos que me da. Sobre todo que vengan de un caballero muy agradable, guapo y gentil.
Su sonrisa se volvió más amplia, derivado a los comentarios contrarios y el sentir que le causaba recibir tales halagos. Movió un poco sus orejitas y dio unos cuantos pasos al frente, quedando a la par del chico. Atrevida, le dio un beso en la mejilla como agradecimiento.
— Comprendo, es interesante e intrigante ver qué tal práctica haya sobrevivido por tantos años.
Comentó mientras observaba de pies a cabeza la vestimety, además de como esta armobizaba con la belleza natural de la dama. Comentó mientras correspondía la sonrisa.
— Claro que lo son, señorita. Espero no molestarle con otro halago, seguro recibe muchos.
— Es muy poco común ver ese tipo de vestimentas en estos días. Muchas veces solo suelen verse en el festival de verano y algunas ceremonias del té, incluso algunas bodas, pero que alguien las use sin haber un día festivo próximo, es muy peculiar aunque es muy bonito verlo... Parece de esas cortesanas del antiguo Japón, armonizaría mucho mejor en la primavera, cuando los pétalos de cerezo caen.
Dijo el muchacho, extendiéndose en sus palabras. Su apariencia era un gran contraste ante ella, pues sus pantalones vaqueros azules, camiseta negra y chaqueta de piel guinda, eran clara muestra de distintas épocas.
