—Parte de su cuerpo de serpiente aún estaba enredado alrededor de la edificación. Dejó a este serpentear hacia abajo, para que ahora estuviera deslizándose en su totalidad por el piso. Se movió hasta quedar a escasos metros de la fémina, no queriendo asustarla. Sabía que de transformarse, sólo lograría obtener una reacción contraria a la que deseaba. Siseó, no como amenaza, sino como medio de comunicación. Fue un sonido largo y casi silencioso en la noche, incluso llegando a ser relajante. Era momento de que la contraria decidiera si correr o acercarse al dios.—
Estaba tan maravillada ante tan extraño y nuevo ser, o por lo menos nuevo para ella; que la rubia en su ignorancia no sabía con certeza si temer a lo que veía o simplemente seguir admirando sin miedo su majestuosidad. —¡Se está moviendo! — Pensó en voz alta al percibir como rápidamente ''éso'' descendió raudo al suelo, levantando el polvo del mismo, la primera reacción de ella fue cubrirse, pero después de que su visión comenzó a aclararse y guiada por su curiosidad, se acercó a paso lento a la peculiar criatura, casi hipnotizada por el color escarlata de aquellos grandes orbes.
—Estando en su forma de serpiente emplumada, era preferencia de Quetzalcóatl no entablar conversación a menos que fuese solemne la situación. Descendió en espiral de la columna diseñada en su honor, acelerando para llegar a la recién llegada. Una vez alcanzado el nivel del suelo, paró todo movimiento, quieto, con sus escarlatas ojos fijos en la criatura.—
