Un extraño dolor le inundo el pecho, no estaba herido y mucho menos enfermo, todo era derivado de las palabras de la chica. Él estaba tan acostumbrado a las palabras de odio como el desprecio de la gente que su hermana llamaba “Familia”, pero ni ellos veía con buenos ojos al chico que una vez fue y que durante tantos años se despreciaba por haber nacido con la mala suerte. Literalmente hablando. Resulta que ésta muchacha le hizo sentir dichoso en unos cuantos minutos; expulso un gruñido y se inclinó hacia adelante, su altura estaba a la par con ella. Sin aviso le rodeo con los brazos temblorosos ocultando su rostro en el hueco del cuello de ella. Ni una palabra de su parte, de todos modos su garganta no le permitía decir nada.