Sus labios se apretaron en una línea recta. Le preocupaba que Qrow saliera solo a cazar, precisamente porque su semblanza en ocasiones le hacía una mala jugada a él y no a su enemigo, pero no era momento para regaños. Se dedicó a limpiar cuidadosamente cada una de sus heridas, deteniéndose al final en la más grande, una que estaba en su hombro expuesta después de que Summer rompió la tela de su camisa.

—Tendré que coser esta, y podemos olvidarnos de tu semblanza por ahora. Hoy es tu día de suerte, dejaré que te acabes esa botella.— Le sonrió, aunque era tan expresiva que no podía ocultar lo preocupada que estaba.