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ZeroMichael · 31-35, M
Mala suerte
La escena era sencilla, solo debía evitar que los lobos asesinaran al anciano y a la niña rica. Sin embargo, había otro factor que hasta el mismo guerrero oscuro ignoró. ¿Qué pasaría con la gente del pueblo? La seriedad aplomó en el rostro del hombre, quien inmediatamente aprieta el mango de la espada con el puño diestro. Fue tanta la fuerza aplicada, que los nudillos reventaron uno tras otro. — ¡Mierda! — exclamó tras un corto quejido, mordiéndose el labio inferior con una fuerza prudente sin hacerse daño. Su ojo diestro se cerró tras el perfecto marco varonil de su rostro, cayendo por sobre su frente aquellos mechones plata que cubrían la cicatriz en el lado izquierdo.
— se debe actuar y no pensar más en lo inevitable. — se dijo así mismo, abriendo el ojo y empezando a caminar hacia la puerta. Su pecho descubierto, marcado con fuertes abdominales era sin duda una imagen memorable. — Esta noche seré yo o estos perros. y no tengo intenciones de morir. — dijo en voz alta, volviendo el rostro para ver a Serenity, quien acto seguido había liberado una especie de magia, que Zero no distinguió del todo.
(Cambio de cámara) La puerta de la posada, era lo único que impedía la entrada de los lobos a su interior. Pero no sería por mucho tiempo, ya que Zero la pateo con fuerza hasta tumbarla del todo y hacer que la madera empujase a los mismos animales que la rasgaban, intentando cruzar. Fue hasta que el guerrero cruzó el umbral, que la magia protectora de Serenity hizo efecto para resguardar la posada. — Al parecer la niña rica tenía un buen as bajo la manga. — pensó al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa.
—Acabemos con esto— dicho aquello, quedo en silencio. Al parecer su rostro había observado algo que le desconcertó. —He sido muy descuidado—
En total, eran 15 Huargos de 2.4m de longitud. Sus fauces eran afiladas y enormes. Eso sin mencionar el hecho de que son fieros estando solos, pero en manada son un peligro inminente. En el poco tiempo que Zero estuve detenido; sabiendo que, cometido un grave error, fue atacado por uno de ellos, que en rauda carrera saltó sobre el guerrero. Sin embargo, gracias a su entrenamiento, pudo reaccionar como lo haría un torero que agita una tela roja con un toro, solo que la tela seria una espada de metal oscura, que agitaría con celeridad al estilo guillotina para cortarle de un solo tajo la cabeza al lobo.
El cuerpo del animal, se desplomó al suelo inmediatamente, tiñendo la nieve de color carmesí. —ufff, eso fue peligroso. Pero ya descubrí su punto débil. Son inútiles sin cabeza. —
— se debe actuar y no pensar más en lo inevitable. — se dijo así mismo, abriendo el ojo y empezando a caminar hacia la puerta. Su pecho descubierto, marcado con fuertes abdominales era sin duda una imagen memorable. — Esta noche seré yo o estos perros. y no tengo intenciones de morir. — dijo en voz alta, volviendo el rostro para ver a Serenity, quien acto seguido había liberado una especie de magia, que Zero no distinguió del todo.
(Cambio de cámara) La puerta de la posada, era lo único que impedía la entrada de los lobos a su interior. Pero no sería por mucho tiempo, ya que Zero la pateo con fuerza hasta tumbarla del todo y hacer que la madera empujase a los mismos animales que la rasgaban, intentando cruzar. Fue hasta que el guerrero cruzó el umbral, que la magia protectora de Serenity hizo efecto para resguardar la posada. — Al parecer la niña rica tenía un buen as bajo la manga. — pensó al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa.
—Acabemos con esto— dicho aquello, quedo en silencio. Al parecer su rostro había observado algo que le desconcertó. —He sido muy descuidado—
En total, eran 15 Huargos de 2.4m de longitud. Sus fauces eran afiladas y enormes. Eso sin mencionar el hecho de que son fieros estando solos, pero en manada son un peligro inminente. En el poco tiempo que Zero estuve detenido; sabiendo que, cometido un grave error, fue atacado por uno de ellos, que en rauda carrera saltó sobre el guerrero. Sin embargo, gracias a su entrenamiento, pudo reaccionar como lo haría un torero que agita una tela roja con un toro, solo que la tela seria una espada de metal oscura, que agitaría con celeridad al estilo guillotina para cortarle de un solo tajo la cabeza al lobo.
El cuerpo del animal, se desplomó al suelo inmediatamente, tiñendo la nieve de color carmesí. —ufff, eso fue peligroso. Pero ya descubrí su punto débil. Son inútiles sin cabeza. —