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ZeroMichael · 31-35, M
La doncella albina


El guerrero se detuvo frente a una mesa y se quitó cuidadosamente la armadura de metal que solía pesarle demasiado. La ropa que llevaba debajo estaba mojada y por la misma razón se la despojó y la puso a un lado del fuego de la chimenea. El posadero, que estaba tras la pequeña barra de madera, colocó una botella de agua ardiente donde Zero pudiera verla y sonrió. —ven, bebe esto para que te calientes mas rápido. Yo iré por esa sopa que tanto deseas. — dijo con fuerza el posadero antes de alejarse y perderse en una puerta que seguro guiaba a la cocina.

—Ahh… que frio tengo! — exclamo Zero, quien se encontraba semi-desnudo, solo con el pantalón de cuero negro cubriéndolo. Sus pectorales, bien definidos y sus músculos, mostraban el arduo entrenamiento que había tenido como guerrero — Gracias, es muy atento señor. — respondió Zero ante la buena voluntad del mayor.

Segundos después, caminó a la barra y destapó la botella, dándose un largo trago de la misma. El liquido le quemo completamente la garganta y le dio calor a su cuerpo. — Ahhh…siii…esto sí que es bueno! — gritó fuertemente, limpiándose con la izquierda mano el poco de licor que se había deslizado por sus labios a su barbilla. Las lámparas de mecha alumbraban todo el lugar y al igual que la chimenea, mantenía el ambiente cálido para apaciguar el frio atroz de la tormenta de fuera.

Justo en ese momento, un fuerte sonido hizo que el guerrero se pusiera en alerta, volviendo la mirada hacia la puerta principal. —Señor, alguien esta tocando. Al parecer no soy el único que busca donde dormir. Señor, señor. — Le gritó Zero una y otra vez al posadero, quien no contesto. — Parece que esta ocupado. Bueno, abrir la puerta no ha matado a nadie. — se dijo para sí, yendo directamente a la puerta. —Si, si…ya voy. No golpeen tan fuerte. — respondió con suavidad, abriendo la puerta para encontrarse con la imagen de una mujer. —¿Sí? ¿En qué puedo ayudarle? —
 
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