— En ese caso, yo... No le presionaré en ello, si va a pensarlo por un tiempo. — Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios, llevando una mano hacia la pálida mejilla de la mamba, mirándole con total cariño y deseo. Aunque Echo era mucho más adulto que él, Qiang no iba a irrespetarle. Después de todo, el consejero real era la mano derecha del Rey y era altamente probable que no estaba en sus planes personales unirse con un joven filántropo y noble de la corte de Kalessa. Ya lo tenía bastante en claro, por lo que tenía la posibilidad de olvidar todo sus sentimientos para con Echo, si estos al final jamás llegarían a ser correspondidos. — Bueno, debo volver al trabajo. Mis asistentes deben estar esperándome en las oficinas... — Alejó lentamente su mano de la suave mejilla de Echo, aunque en el fondo quería estar más tiempo con él.