—Uhmmm, me parece que te has equivocado, Noha pequeña, vivo aquí hace un buen tiempo y no he visto nada como eso....

Rascó el mentón con la diestra y un ojo lo entrecerraba al paso que trataba de hacer un recuento de los lugares más recónditos del lugar. Todo parecía ser tan normal, luego bajó la mirada a la runa grabada en la piel de la joven y dentro de su mente algo hizo click.

—¿¡Es acaso una de esas cosas que solo los nigromantes pueden ver!? —Sus ojos brillaron de la emoción, algunas veces se trataba de un niño en el cuerpo de un adulto—, ¡Por favor, por favor, déjame te acompaño!

Saltitos de alegría fueron una respuesta involuntaria del cuerpo. La emoción de la aventura y fantásticas batallas eran algo que no podía dejar pasar. Assassin tomó las cosas de la pequeña, así él las cargaría, hasta de ser posible la llevaría a ella cargada al lomo.

—Dime dónde y vamos, ¡Será muy divertido!