Tomó la daga del suelo para limpiarla con una tira de su pantalón, inmerso en su mente como si aquello fuera más vital que cualquier otra cosa en el mundo.

—¿Señor Hana? —repitió con algo de diversión—, Noha, ya eres más grande que la última vez, decirme señor me hará pensar en que soy un anciano.

Pero lo era. Y eso solo lo llevó a reírse con cierta incomodidad.
Se volvió al bosque dando una gran bocanada de aire, ese olor a libertad del humo de los autos en la ciudad fueron una de las cosas más destacables del porqué se había mudado al bosque, se podía sentir como en casa, en una gigantesca y salvaje casa a la intemperie.

—No recuerdo haberte visto tan lejos de casa desde la vez dónde Kato estaba llevándote fuera de casa. ¿Qué te trae por acá?