❥ Una chica de porte muy alegre caminaba por el parque , con ella cargaba un bolso azul que contenia ropa nueva y sus pompones de porrista, la chica ya habia salido de clases y de la practica con su grupo. Muy cansada se sienta en la banca mientras que se comia una chupeta de caramelo , era addicta a estas❥
Un buen dia para descanzar un rato en el parque~!
❥se comento a si misma mientras que comia la chupeta❥
SW-User
Off: Será un placer.
Esta historia comienza en un lugar bastante peculiar: un conjunto de islas flotantes, cuya isla más grande es llamada Skyloft, rodeadas por un inmenso mar de nubes, donde habitan personas descendientes de aquellos que vivieron en la época de la Diosa Hylia. Las personas que residen en dicha isla, viajan a través del cielo montando grandes aves de variados colores, llamadas pelícaros. Dichas personas son conocidas como la raza Hylian, se les distingue por sus orejas acabadas en punta y por la capacidad de la mayoría de usar magia. Últimamente muchos de estos residentes se habían trasladado a las antes llamadas "Tierras inferiores", más allá del mar de nubes donde hasta hace poco se creía que no había nada. Dichas tierras habían recibido el nombre de Hyrule.
Surcaba los cielos uno de estos Hylianos, montando en su gran pelícaro de color rojo. Las características físicas de este personaje se basaban en su cabello rubio oscuro, ojos azules y complexión delgada. Su vestimenta, de color verde y propia de aquellos que eran llamados caballeros. En su espalda se notaba una espada de mango azul y bastante peculiar, denominada la "Espada Maestra", capaz de repeler el mal, y un escudo sagrado. Este Hyliano al igual que varios de su raza, ya no vivía en las islas flotantes alrededor de las cuales volaba ahora, sino que vivía en Hyrule en compañía de su amiga de la infancia Zelda.
El director de la academia de caballeros y padre de su amiga de la infancia, Gaépora, le había encomendado hacer guardia en Skyloft, pues era su deber como caballero atender a las necesidades del resto de los habitantes. Observaba y respaldaba a los más jóvenes, aprendices de caballero, montar por primera vez en sus pelícaros, lo cual le trajo muchos recuerdos. Cuando él era como ellos, no hacía otra cosa que dormir y siempre tenía que ser despertado por su amiga Zelda, pero eso cambió hace mucho tiempo, de un día para otro, se enfrentó a innumerables peligros y logró traer la paz a Hyrule y Skyloft, pero sobre todo, logró mantener a salvo a la persona más preciada para él, Zelda.
SW-User
Off: No hay de qué, gracias a ti por haberla enviado. Espero que tengamos una muy interesante historia, Zelda.
**La madrugada estaba tan fría y húmeda que casi se podía ver el rocío que caía sobre la vegetación del suelo, los colores en el firmamento eran contrastantes, fríos y cálidos en una sola escena, el cielo mostraba un hermoso paisaje. A lo largo de una estepa el céfiro corría con una velocidad nada común, tenía la fuerza de un tornado y llevaba consigo toda inmundicia que se encontraba en aquella basta estepa; lentamente el céfiro se fue convirtiendo en un verdadero tornado del cual salían rayos azulinos y en su interior se notaba una figura amorfa.
Poco a poco fue saliendo del mencionado tornado una figura femenina; la albina tenía un delineado cuerpo con seductora indumentaria, un tipo de capucha era lo que cubría su abdomen y sus generosos senos los cubría un sostén color negro, la falda de cuero negro le daba una apariencia de rebeldía por los colgantes del mismo material que tenía hebillas con introducciones metálicas y sus piernas cubiertas por vendas de oscurecido color, llevaba por calzado altas botas de tacón del mismo material y color que la falda. En su níveo cuello yacían dos collares uno de blancas perlas y el otro de oro reluciente con incrustaciones de gemas verdosas. En su hombre izquierdo lucía un tocado de plumas azulinas y en sus albinas manos portaba guantes que llegaban hasta la primera articulación de sus falanges. Sus cabellos eran negros acoplados en un moño del cual salían rebeldes y cortas hebras. En su rostro albo lucía generosos labios purpúreos y delineados orbes color oro.
Condujo sus dorados orbes hacia aquel paisaje que se le imponía, el rey astro hacía que el lugar tomara una apariencia en sepia como un eterno otoño. Sus ligeros pies caminaban mientras disfrutaba del paisaje, a su lado una pequeña laguna se extendía a lo largo llegando a un frondoso bosque donde sólo se observaba que por dentro era totalmente oscuro seguro al estar dentro ya no sería así. Dentro de la ciudadela se escuchaba el trotar de caballos por las calles de tierra.
-Hyrule…-
Era la primera vez que sí sabía dónde se encontraba pues el paraje era muy singular, al llevar corto tiempo de caminar puesto que era un lugar muy mencionado por Oberón. Por que sus raíces ancestrales estaban en este lugar, tal ves quiso que conociera sus raíces…pero dijo también que sin lugar a dudas allí se encontraría una de las Ávalon o quién sabe si encontraba más de una. Debía contactar con la princesa porque era la más accesible de todo el reino, pero que era difícil encontrarla.**
**La madrugada estaba tan fría y húmeda que casi se podía ver el rocío que caía sobre la vegetación del suelo, los colores en el firmamento eran contrastantes, fríos y cálidos en una sola escena, el cielo mostraba un hermoso paisaje. A lo largo de una estepa el céfiro corría con una velocidad nada común, tenía la fuerza de un tornado y llevaba consigo toda inmundicia que se encontraba en aquella basta estepa; lentamente el céfiro se fue convirtiendo en un verdadero tornado del cual salían rayos azulinos y en su interior se notaba una figura amorfa.
Poco a poco fue saliendo del mencionado tornado una figura femenina; la albina tenía un delineado cuerpo con seductora indumentaria, un tipo de capucha era lo que cubría su abdomen y sus generosos senos los cubría un sostén color negro, la falda de cuero negro le daba una apariencia de rebeldía por los colgantes del mismo material que tenía hebillas con introducciones metálicas y sus piernas cubiertas por vendas de oscurecido color, llevaba por calzado altas botas de tacón del mismo material y color que la falda. En su níveo cuello yacían dos collares uno de blancas perlas y el otro de oro reluciente con incrustaciones de gemas verdosas. En su hombre izquierdo lucía un tocado de plumas azulinas y en sus albinas manos portaba guantes que llegaban hasta la primera articulación de sus falanges. Sus cabellos eran negros acoplados en un moño del cual salían rebeldes y cortas hebras. En su rostro albo lucía generosos labios purpúreos y delineados orbes color oro.
Condujo sus dorados orbes hacia aquel paisaje que se le imponía, el rey astro hacía que el lugar tomara una apariencia en sepia como un eterno otoño. Sus ligeros pies caminaban mientras disfrutaba del paisaje, a su lado una pequeña laguna se extendía a lo largo llegando a un frondoso bosque donde sólo se observaba que por dentro era totalmente oscuro seguro al estar dentro ya no sería así. Dentro de la ciudadela se escuchaba el trotar de caballos por las calles de tierra.
-Hyrule…-
Era la primera vez que sí sabía dónde se encontraba pues el paraje era muy singular, al llevar corto tiempo de caminar puesto que era un lugar muy mencionado por Oberón. Por que sus raíces ancestrales estaban en este lugar, tal ves quiso que conociera sus raíces…pero dijo también que sin lugar a dudas allí se encontraría una de las Ávalon o quién sabe si encontraba más de una. Debía contactar con la princesa porque era la más accesible de todo el reino, pero que era difícil encontrarla.**
