— Ara... ¿Me veo bien, líder? —en su intento por hacer nuevas pociones, y descubrir los secretos de ciertos extraños ingredientes, se vio transformada en su versión adolescente sin que ella así lo quisiese. La única ropa que le quedaba era aquella. Ahora tenía la misma edad que su ama.
Era consciente de su diferencia y de la manera tan dulzona en la que sus palabras salían. Sabía que se parecía a Lúnisse y si ella veía en su ama a una pequeña muy dulce, seguramente él ahora estaría viéndola de la misma manera; pero cuán equivocado estaba. Caster no era una niña, era toda una mujer. Y estaba cansada de recibir solamente elogios y miradas.
— Quiero tener más —exigió, fuerte y claro, mientras acortaba la distancia entre ella y su líder—, la manera en la que me viste... No fue normal. Lo vi en tus ojos, líder. ¿Acaso tú no eres capaz de notar tus propios sentimientos? Lo soltó para llevar sus manos hasta las mejillas ajenas y, tras acunarlas, acercó sus labios a los contrarios y murmuró:—, ¿esto no es nada para ti?, ¿no sientes que te acelera el pulso?
