— Ara... ¿Me veo bien, líder? —en su intento por hacer nuevas pociones, y descubrir los secretos de ciertos extraños ingredientes, se vio transformada en su versión adolescente sin que ella así lo quisiese. La única ropa que le quedaba era aquella. Ahora tenía la misma edad que su ama.
Soltó el rostro masculino, pero no fue capaz de terminar el enlace entre ellos. Unas noches atrás había sido testigo de un aroma extraño que despertó en ella un apetito que clamaba por él. ¿Qué había sido eso? No tenía idea. Sin embargo, la sensación persistía.
— También guardemos este —murmuró y se lanzó a besarlo con algo más de pasión y hambre. Sus ojos se cerraron mientras gozaba de la suavidad de los labios masculinos, pero los entreabrió después para buscar la reacción del contrario. Solamente quería eso para poder irse y no volver a pensar en lo que fuese que sintió.
Phyllis infló sus mejillas por una fracción de segundo; estaba segura de que Nevan esquivaría olímpicamente sus avances y eso le causó molestia. Desde el inicio en ese largo viaje Caster tuvo dudas sobre él, sobre sus intenciones y su fuerza. Estuvo un tiempo celosa y molesta por el hecho de que su ama le diera tanto peso a alguien que no era completamente de fiar; empero, tras un tiempo y algunos secretos se había sentido irremediablemente atraída por él. Ahora actuaba como tonta, tal vez avanzar a expensas de sus compañeras no era lo mejor.
— ... —el enlace duró poco y fue más bien una suerte de roce, pero dejó a sus labios adormecidos y a su corazón a punto de tener un ataque— Líd... Nevan —lo llamó por su nombre por primera vez en todo ese tiempo y una risita nerviosa se escapó de sus labios haciendo así que perdiera toda compostura. Caster se reprendió mentalmente por ello y negó con la cabeza varias veces—. Será mejor que guardemos ese beso en secreto.
Patético. No por ella, por él. Y, justo como su hermano había dicho, avanzó y afrontó esas dudas nacientes en su pecho. La cercanía le permitió abalanzar sus labios a los contrario y ofrecer una unión diferente; un enlace más personal que desvanecería toda inseguridad.
El beso fue efímero, como una simple ventisca que roza los labios en el ocaso. Breve, gélido y reconfortante.
Cada palabra que pronunció Phyllis le agitó el corazón como un tornado que iba arrasando todo prejuicio e inquietud que sentía. Nevan no entendió a que se refería, pero sus recuerdos despertaron la memoria de su difunto hermano mayor.
[code]"Nunca hagas esperar a una mujer, Nev. Entiende sus sentimientos y afróntalos. ¡Sé un hombre y jamás huyas de ellos!"[/code]
¿Acaso a eso se refería? Lo desconocía y eso lo perturbaba por dentro; lo carcomía como una enfermedad. Había jurado no volver a dudar, ¿entonces por qué?
— Yo... Mi pulso está bien, Phyllis. —
Nuevamente exhaló, esta vez con más tranquilidad. Nevan prestó más atención a su compañera. La ámbar mirada se fijó sobre ese rostro entonado con un color rojizo que expresaba la vergüenza y miró esos orbes vidriosos que denotaban temor. ¿Phyllis se encontraba temerosa?
Era consciente de su diferencia y de la manera tan dulzona en la que sus palabras salían. Sabía que se parecía a Lúnisse y si ella veía en su ama a una pequeña muy dulce, seguramente él ahora estaría viéndola de la misma manera; pero cuán equivocado estaba. Caster no era una niña, era toda una mujer. Y estaba cansada de recibir solamente elogios y miradas.
— Quiero tener más —exigió, fuerte y claro, mientras acortaba la distancia entre ella y su líder—, la manera en la que me viste... No fue normal. Lo vi en tus ojos, líder. ¿Acaso tú no eres capaz de notar tus propios sentimientos? Lo soltó para llevar sus manos hasta las mejillas ajenas y, tras acunarlas, acercó sus labios a los contrarios y murmuró:—, ¿esto no es nada para ti?, ¿no sientes que te acelera el pulso?
Tal parecía que Phyllis se encontraba en un debate consigo misma para poder sobrellevar su nueva apariencia y no mostrarse vulnerable, pero Nevan sabía que, detrás de esa madurez que aún mantenía, las inseguridades podrían tomar control. No podía permitir que un sentimiento de impotencia vislumbrara la luz, por ello, el guerrero bajó su altura al arrodillar su pierna derecha.
— Mi confianza siempre la tendrás, Phyllis. —
Permitió que la pequeña maga disfrutara de ese breve momento. E inclusive, Nevan tomó la libertad de colocar su mano libre sobre la cabeza de Phyllis, otorgándole un par de palmadas; justo como hacía con sus otras dos compañeras. Quizá la estaba tratando como a una niña, pero la situación le inducía ser de esa forma.
Casi echó a reír por la inspección que su líder realizó, siendo que ella misma hacía algo similar para determinar la calidad de los conejos que cazaban sus compañeras. Caster asintió levemente, entendiendo de inmediato a lo que él se refería: de ahora en más tendría que ajustarse a su nueva (vieja) estatura con la finalidad de soportar las fuertes hondas de poder que salían de sus invocaciones o acabaría siendo impulsada hacia atrás por ellas.
— Líder, aún si me es difícil regresar a mi edad, me esforzaré por no decepcionar a ninguno de ustedes. Seguiré salvándote. Confía en mí, ¿de acuerdo? —sonrió con una dulzura que resaltaba aún más en aquellas aniñadas facciones y ladeó levemente la cabeza, atreviéndose a recargar su mejilla en la palma del hombre y aplicando una leve presión en la mano masculina que no había soltado todavía. El tacto cálido de Nevan... nunca antes había notado lo reconfortante que era.
El tacto de la maga quebró esos pensamientos que lo tenían tan ahondado en su propia mente. Nevan tragó saliva y observó fijamente la mirada ruborizada de su compañera. Dentro de esa frágil expresión, notó que Phyllis seguía ahí; en esa apariencia adolescente.
— Aún sigues manteniendo ese porte, a pesar de la dulzura que embriaga la vista, Phyllis. —
La mano del varón se movió y dejó que su tacto se deslizara por esas mejillas ligeramente regordetas. Quería comprobar que tan profunda fue la transformación, pero las últimas palabras lo hicieron dudar.
— Solo hay una forma de saber si tu rendimiento decayó. —
Murmuró. No había duda que Phyllis tendría problemas para adaptarse a su nueva estatura y eso perjudicaría su equilibrio, pero era cuestión de practicar.
Nevan nunca la había mirado de aquella forma así que no pudo evitar ruborizarse todavía más. ¿Estaba complacido?, tal vez... ¿Extrañado? Caster lo tomó de la diestra con sumo cuidado y condujo la mano de su líder hasta su propia mejilla, invitándolo de ese modo a tocarla. — S-Soy real... Soy yo —era la primera vez que titubeaba después de mucho tiempo. De verdad personificaba a su antiguo 'yo'—. Creo que mezcle mal un ingrediente... Si significa un problema para mi rendimiento buscaré cambiar de inmediato, líder.
La sorpresa que mostró Nevan en el rostro no tenía precedentes. Sus labios se abrieron en un intento de hablar, de decir cualquier cosa para ahuyentar esas dudas, pero no tuvo la capacidad. Ensimismado por la extravagancia de las vestimentas y de ese rostro inocente, el guerrero cerró los labios y asintió como un vacuo reflejo de la pregunta.
