Tenía razón. Nevan se había exigido más allá de sus capacidades, quedando vulnerable tras ejecutar, con suma sincronía, un ataque conjunto con sus compañeras.

— Situaciones desesperadas necesitan acciones desesperadas. Simplemente tomé esa oportunidad. —

Dejó escapar un suspiro de entre sus labios, mismos que se sentían un poco resecos. Era innecesario admitirlo, pero se sentía aliviado que él fuera el único gravemente lastimado. Mientras él estuviera presente, no permitiría que nadie tocara a sus tres compañeras.

— ¿Podrías darme un poco de agua, Phyllis? —

Venía siendo momento de despertar de ese dulce sueño. El cuerpo del guerrero se separó del femenino, demostrando que podía mantenerse sentado sobre la cama donde yacía recostado.