¿Costado las alas? No entiendo ni mierda de lo que dices, al final solamente eres una alucinación de las pastillas...–dijo sin más, elevando sus hombros como podía– Hace días que me tienen aquí encerrado, me obligaron a internarme casi, pero se supone que puedo irme cuando se me dé la gana ¿Crees que ya estoy lsto?

Tamboriteo con el lápiz sobre la hoja con una sonrisa aterciopelada. — Te gustaría ¿Verdad que si? Aunque... da la impresión que te has costado las alas.— Volvió a ver al joven, para Cotton era como todo los humanos con una existencia frágil y delicada pero criaturas que pueden cometer grandes hazañas si se desentramaba sea cual fuera la conjuración o engaño que se había hecho.

¿Un pájaro, dices? Mmh, son mis animales favoritos...—Dijo a modo de reflexión, porque de hecho, al ver lejos una alondra, situada en un árbol, pensó en ella. Asumió al poner su mentón en su mano diestra una diminuta sonrisa oculta por el humo de su cigarro— Me gustaría.

— Joooh~ Bueno ya que no existo más que en tu mente puedes ser sincero contigo mismo.— Ho su propio verdugo, la mente humana era fascinante para la pequeña incluso podría verse como si jugara con ellas; claro que Cotton no es una niña normal. — No sabemos quienes somos entonces, seamos un pajaro.—

No. —Se echó en la silla, casi innerte al compás que el humo salía de sus labios. No entendía lo surrealista de la situación, así mismo, negó con irreverencia— Tú no existes.

Una campanita sonó al Cotton reírse, el adulto joven frente a ella era singular pareciendo ajeno a la lejanía de un pensamiento efímero. — Yo veo tu cabeza pegada a tu columna.— Comento mientras acomodaba sus colores sobre la mesa, tomando asiento para comenzar a hacer un boceto en su blog. — Tu ¿Sabes quien eres?—

—Percy nada dijo, porque pensó que estaba alucinando por la medi. Sacó un cigarrillo, abrió la ventana y lo encendió. Tos, tos, y más tos. Escupió una flema por la ventana, sus ojos negros se apoyaron en la nada: Decidió esperar que el viaje se termine— Cotton Candy... Sin dudas ya perdí la cabeza.

Ha estado rodeada de personas volátiles, sabe como voltearles las tostadas. — Me llamo Cotton Candy, soy una hibrida, tengo 6 años ¡Listo! Ya sabes quien soy.— Avanzo con calma, respetando una sana distancia entre ambos pero la pequeña no mostraba señales de tener intenciones de irse.

No sé quién eres, vete. —Ni le miró, ni le observó. Sus ojos estaban puestos en la lejanía de la ventana, de hecho, afirmó el avance de su silla para posicionarse de espaldas—

Abrió la puerta luego de tocar, la pequeña Cotton se dejaba ver como una muñeca de porcelana inmaculada y pura; destacando que entre sus manos llevaba sus libros y blog para colorear. — Hola niño... Si el dolor no se van podemos ponerle banditas.—